Señor Director:
La noticia sobre la caída de la matrícula de las carreras de Pedagogía se convierte en positiva cuando consideramos que las exigencias de entrada son más altas, y que los 500 puntos de corte que fija la ley de Carrera Docente son un buen filtro para acrecentar el nivel académico de sus postulantes y de los programas que ofrecen las distintas instituciones, los cuales también disminuyeron.
Jóvenes con talento y vocación pedagógica requieren de una carrera que les ofrezca exigentes desafíos académicos, mallas curriculares actualizadas e integradas, académicos de alto nivel profesional, estudios que exijan desarrollo de niveles de pensamiento más complejos, de modo que la Pedagogía abandone su mal prestigio y valoración social.
La educación debe dar ese salto cualitativo que ofertan los gobiernos y los proyectos de ley, pero sin duda, esto no se materializa si sus principales actores, como son las instituciones, académicos y futuros profesores, no ven en esta carrera esa promesa que las próximas generaciones esperan de la educación: un camino de crecimiento para derrotar la pobreza y la desigualdad, y por sobre todo, el medio para lograr una mejor convivencia cívica, siendo mejores personas y ciudadanos más comprometidos con el bien común de nuestro país.
M. Solange Favereau C.
Directora de Estudios Pedag