Carta al director

Retratos de Aurora: Tejiendo la fábrica

Por: Diario Concepción 17 de Junio 2017

“En Concepción a dieciocho de Noviembre de mil novecientos veintidós, ante mi, Alberto Sanhueza Castellón, Notario y Conservador Suplente del titular Don Edmundo Larenas…” Así comienza el acta de compra y venta Nº 49 que establece que un fragmento de la manzana donde se encuentra instalada desde hace tres años la Fábrica de Paños Bío Bío pasa a ser propiedad de Don Rosamel Parra Urra.

¿Y dónde queda esto? Cerquita de Ud. estimado lector, en Manuel Montt esquina Andrés Bello, en la Población Aurora de Chile. Este acta más allá de ser un documento de propiedad es un documento de memoria de la Aurora que nos cuenta cómo desde hace casi cien años se escribe la historia de esta población.

Hoy día esa esquina es solo escombros y recuerdos. Primero un incendio que tiene dudosa procedencia y luego el vandalismo consentido hizo desaparecer la casa que allí se levantaba. Según me contó Aurora, esa era la casa de los trabajadores de la fábrica.

La Fábrica de Paños Bío Bío estuvo en pie y funcionando hasta febrero del 2010, cuando cerró definitivamente. Las historias que se tejen sobre la gente que allí trabajó, sobre la producción, sobre los día a día de la fábrica. Se tejen igual que sus hilos. Hay una trama que es muy interesante de ir mirando, casi con lupa, con cuenta hilos.

Y entre esas tramas aparecen los relatos de comuniones, navidades y fiestas que se perdieron con un “ataíto de fotos que vendí por siete lucas” según me dijo una vecina sin mucho mas preámbulo. ¡Tan frágil es la memoria y el patrimonio!

¿Quiénes aparecían en esas fotos? ¿Qué fiestas eran? ¿De qué años? Pero ya de nada sirve seguir preguntando, las fotos no están, se perdieron, se fueron al archivo privado, personal y egoísta de alguien que en algún momentos las sacará como un tesoro indómito en un libro que contará la historia repetida de la Aurora. Esa historia que se sabe para afuera y que pocas veces tiene que ver con la que se vive realmente es sus calles.

Por eso, desde los “Retratos de Aurora”, construimos nuestras propias cámaras para tomar nuestras propias fotos que guardan la memoria y la emotividad de algo que cuesta perder. Y la compartimos con Ud. lector para que nos conozcamos, de un lado y el otro de la línea.

La foto que ilustra esta nota esta tomada no sólo de lo que iba quedando de la fabrica mientras la demolían (uno de los edificios, el otro todavía resiste), sino que la cámara esta construida con un pedazo de madera de un guardapolvo, cartón de las carpetas de muestras y retazos de telas que se salvaron del incendio.

Se imagina, querido lector, cómo la luz tuvo que atravesar por esa cajita oscura las historias de más de noventa años para quedar plasmada en el papel fotográfico. Creo que si uno mira puede encontrar la cara de algún trabajador asomando. O tal vez de la misma Aurora, de chica llevando la comida a su padre o su madre.

Hoy nadie quiere pasar por ahí, ni Aurora, es peligroso, se lo tomaron los “patos malos”, se perdió la magia de seguir escuchando el susurro de las máquinas años después de que pararon definitivamente. Y cuándo hablo de “patos malos”, no crea que sólo hablo de los que robaron interruptores para comprar pasta base, hablo de otros “patos malos” que se quedaron con partes enteras de la fábrica que es propiedad en sí misma de la Aurora.

¿Partes de la fábrica? Sí, por ejemplo la pasarela que unía ambos edificios, que hoy esta perdida en manos de gente que nada tiene que ver con la historia, con el patrimonio y con la identidad de la población.

Hoy la historia de esta nota no se escribe sobre alguien en particular, la escribe la población misma. La cámara no es el resultado del trabajo de una persona, es la dedicación de varias vecinas y vecinos que quieren conservar su territorio. ¡Hasta el próximo click!

Walter Blas
Foto: María Ignacia Oliver

Etiquetas