Por Edison Hormazábal
Docente Nutrición y Dietética
Universidad del Desarrollo
Actualmente, Chile se destaca de manera negativa con un alto indicador: se ubica entre los mayores consumidores mundiales de bebidas, específicamente de Coca Cola, ocupando el tercer lugar a nivel mundial con 79,1 litros per cápita al año (334 botellas individuales de 237 cc), siendo superado en este listado solo por México (115,4 litros) y Estados Unidos (103,3 litros).
Desde el punto de vista microecómico, en la familia chilena vemos un aumento en la capacidad de compra asociada y, a la vez, la industria es capaz de suplir este aumento en la demanda de bebidas azucaradas que se ve existe en nuestro país, de acuerdo a las cifras expuestas en este ránking. Además, la tendencia en consumo de estas bebidas es exponencial y también la oferta se ha diversificado para quienes las consumen, pues cada vez encontramos más variedad en este segmento de productos en nuestros almacenes y supermercados.
Por ejemplo, podemos encontrar las versiones light, zero y normal, pasando desde la típica gaseosa presente en los almuerzos hasta la aparición de nuevos productos que la industria ha posicionado con un rol benéfico, como por ejemplo en la rehidratación al hacer algún tipo de deporte.
Un factor clave es que si nuestra opción de consumir este tipo de bebidas ya está decidido y se ha transformado en una costumbre dentro de nuestra rutina alimentaria, lo que debemos privilegiar son aquellos productos con menor contenido de azúcar, aunque es muy importante aclarar que en ningún momento esto puede asociarse al concepto de “saludable”, sino que puede considerarse como “menos malo”.
Lo que sí está muy documentado, científicamente, es que el aumento en la ingesta de estas bebidas azucaradas puede traer consecuencias muy negativas para el organismo de la persona que las ingiere de manera regular. Entre los aspectos perjudiciales que pueden provocar al cuerpo humano, se encuentran el incrementar el riesgo de obesidad, diabetes mellitus, síndrome metabólico, algunos tipos de cáncer y osteoporosis.
Profundizando en la composición química de las bebidas azucaradas, dentro de los elementos que la componen lejos la fructosa presente es lo que tiene mayores efectos perjudiciales para salud de las personas. Eso se justifica porque en términos de metabolismo y bioenergética, este componente produce un aumento o ganancia de peso corporal, lo que obviamente se ve asociado directamente a trastornos metabólicos.
Por todo lo descrito anteriormente, resulta fundamental que el consumidor, además de conocer la composición química de lo que está ingiriendo, debe además poder entender esta información y saber qué consecuencias puede tener para su organismo, en el corto y largo plazo, tomar este tipo de productos de manera constante.