
Los tiempos no están para los niños buenos, las joyas de la casa, el orgullo de sus madres, los actores protagónicos de todas las narrativas maravilladas de sus progenitores a quienes se pongan a su alcance.
Para el ciudadano común, incluso el que vive y transita en su cercanía, es difícil de comprender el tamaño y la profundidad de sus emprendimientos, más allá de su tarea esencial de preparar los mejores profesionales, en sus carreras de pregrado, o las cifras que demuestran el impacto de sus programas de postrado. Se trata de su compromiso con el desarrollo de la Región y el país.
Es de esperar que no se abra una nueva y amnésica carpeta y que las autoridades que remplacen a las actuales compartan con ellas la visión de futuro para continuar con la construcción de este postergado complejo fronterizo.
Entre panes de pascua y colas de mono se deslizan estos días, el asunto es pensar por qué el sabor dulce es tan importante, por qué hay tiendas de dulces y no de agrios.
Por mucho que se trate de diluir esta realidad, es evidente que riqueza y pobreza tienen un correlato casi exacto en la calidad de la educación y sus resultados, lo que va generando una sociedad que es altamente segregada y desigual y, por lo mismo, autoperpetuante.