Política

Elena Díaz y el 11 de Septiembre en el Liceo Enrique Molina: “Iban a apresar a los niños y profesores”

Gracias a una vida ligada a la educación en Concepción, esta destacada profesora y exconcejala vio pasar generaciones de personajes históricos por sus aulas. Cuenta cómo se vivió el Golpe de Estado en la educación penquista.

Por: Christopher Cortez 04 de Septiembre 2023
Fotografía: Raphael Sierra P.

Nacida en Los Ángeles, Elena Díaz Islas llegó a la capital regional como miles de estudiantes lo hacen año a año para buscar su futuro universitario. En 1946, ingresó a la Universidad de Concepción para estudiar Pedagogía en Castellano, área que la apasiona y la mantiene ocupada casi ocho décadas después.

Fue en 1952 cuando su trayectoria se cruzó con el Liceo Enrique Molina, establecimiento que celebró hace poco su bicentenario con figuras como la propia Elena entre sus invitados de honor. Allí estuvo 28 años y, entre sus pasillos, fue testigo y protagonista de una importante época política.

“Eran tiempos de un despertar político en los jóvenes. Se produjo la Reforma Universitaria, la elección de rectores de la Universidad, etc. Entonces era un momento de bastante euforia y libertad. Muchos chicos, que habían sido estudiantes del Liceo, empezaron a destacarse en la universidad como dirigentes”, cuenta.

Así fue como varios de los posteriores integrantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en la UdeC, antes de transformarse en dirigentes e incluso de interesarse en estos temas, oyeron de las clases de Castellano de Elena Díaz, quien los recuerda como si fuera ayer.

“Algunos eran del centro de alumnos, otros no y tuvieron un despertar en la universidad. Yo le hice clases cuando era chico a Luciano Cruz”, en referencia al estudiante de medicina e histórico líder del MIR fallecido en 1971. “‘Lucianito’ era súper inteligente y estudioso. Me conozco de memoria su letra, la reconocería si la viera, tenía una letra cuadrada”, atesora, mientras hace gestos de escritura en el aire.

“También a Miguel (Enríquez, médico y uno de los fundadores del MIR, asesinado en 1974). Le tomé exámenes de admisión para ingresar a primer año de Humanidades. Esos ‘mocosos’ venían del Colegio Inglés. De pantalón corto, qué cosa más linda, todavía usaban pantalón corto en esa época”, añade.

“Bautista van Schouwen (otro de los fundadores del movimiento, muerto en 1973) fue vecino mío en los departamentos San Agustín, al lado de la iglesia. Cuando me veía cargada con paquetes, Bautista corría a ayudarme”, detalla.

En ese sentido es que la nonagenaria profesora profundiza en que nunca conoció los ideales de los futuros revolucionarios durante su estadía en el Liceo. Por el contrario, destacaban por su enfoque en las buenas calificaciones, apartándose del liderazgo escolar.

Indica que “nunca me imaginé cómo iban a terminar, de forma tan trágica. Muchachos tan inteligentes. Ese es un dolor del alma. Me los encontraba en la calle, en el barrio, eran muy cariñosos. Seguía su vida por los diarios, la prensa”.

La jornada del Golpe

Díaz comenzaba su jornada escolar a las 08:30 horas. Vivía a pocas cuadras, en Rengo #847, llegando a Avenida Los Carrera, por lo que 30 minutos antes se terminaba de arreglar y salía a la calle justo después que sus dos hijos se fueran a su colegio.

“Llegué al Liceo y estaba el desconcierto. Todo el mundo en la sala de profesores comentando y preguntando qué vamos a hacer. Las noticias eran a medias, confusas: ‘parece que se produjo un Golpe de Estado’, ‘parece que van a bombardear’, ‘parece que se tomaron La Moneda’… Nos retiramos los profesores y alumnos. Era un riesgo. Te daba miedo porque se empezaron a ver vehículos con militares por todos lados”, rememora.

Con el correr de los días las clases se retomaron de manera irregular, porque el temor y la tensión estaban latentes tanto en trabajadores como en los apoderados. En ese contexto, indica que “se vivieron momentos muy muy tristes en el Liceo porque iban a apresar a los niños y a los profesores. Llegaban en un jeep y llevaban una lista de nombres, entonces los sacaban y se los llevaban presos. A dos o tres muchachos los detuvieron porque eran hijos de políticos. Yo creo que pasó lo mismo en otros colegios. El hijo del Intendente Fernando Álvarez fue a clases incluso el día en que decían que habían matado a su padre. Los hijos de Rafael Merino, presidente del Partido Socialista, estaban en el Liceo y ya los habían ido a buscar. Estuvieron escondidos, no tengo idea dónde”.

Elena hasta esos días nunca se había involucrado en política. Se califica como alguien que siempre ha tenido profundo sentir democrático, y estaba “feliz con el Gobierno de Allende, a la expectativa de cómo serían los cambios”.

“Yo era jefa de hogar, no podía echarme para atrás, no podía perder mi trabajo. Tenía que estar al pie del cañón como fuera”, recalca esta también exconcejala de Concepción.

Deuda en educación

Una de las cosas que marcó a Elena Díaz luego del quiebre en la democracia fueron los cambios en el sistema educativo de los chilenos. Como su vocación está puesta allí hasta hoy, incluso a punto de terminar un nuevo libro acerca de educación e infancia, se dio cuenta que “se suprimieron estudios de idioma, se terminó Educación Cívica, hubo una castración enorme”.

Sin embargo, en lo personal también vio partir a personas de su círculo cercano, al igual que miles de compatriotas. “Se fueron la mitad de los profesores a los que yo conocía en la Universidad de Concepción. Estuvieron presos, perseguidos. Profesores de bioquímica, medicina, ingeniería. Tuve muchos colegas exiliados que no aparecieron más”, lamenta.

Por estos días está totalmente orgullosa de sus 94 años de edad, incluso con reconocimientos a nivel nacional debido a su vigencia. Continúa liderando un taller literario al que dio pie el año 2000 y conversando sobre la contingencia social, pero se detiene a reflexionar que el 11 de septiembre próximo será “una conmemoración triste porque todavía, por ejemplo, hay grupos de mujeres en Concepción que están sin su esposo, no saben dónde están. Esa desaparición de personas es golpeante. Tengo amigos que nunca más volvimos a ver. El Golpe Militar es un acontecimiento que no lo soñaste jamás. Yo creo que ningún chileno pensó que iba a ocurrir, menos lo que vendría después”.

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