Política

Economista de Cambridge y la Usach presenta el “Lado B” del TPP-11

Plantea que lo que se pierde en soberanía, capacidad para adaptarse al cambio y capacidad para reorientar nuestro modelo de desarrollo es inmensurable. Además, que nadie ha explicado por qué había que sacar de las cortes chilenas los litigios entre el Estado y las corporaciones.

Por: Edgardo Mora 16 de Junio 2019
Fotografía: Cedida

José Gabriel Palma es doctor en Economía de la Universidad de Oxford, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Sussex y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Santiago en Chile, además de miembro del directorio de la fundación chilena “Red de Estudios para la Profundización Democrática”.

Palma ha escrito muchas columnas de opinión y ha participado en diversos medios de comunicación en contra del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, o TPP-11 y accedió a conversar con Diario Concepción acerca de los principales mitos que rondarían respecto del tratado exponiendo lo que llamamos el “Lado B” del TPP-11.

– ¿Hasta qué punto el TPP-11 es un tratado “de libre comercio”?

– El TPP-11 pertenece a un nuevo tipo de tratados, todavía llamados “comerciales”, donde lo menos relevante es lo comercial. Su razón de ser es otra: darle garantías a las corporaciones multinacionales y chilenas internacionalizadas contra el cambio. Esto es, se promete auto-inmovilizarnos en una amplia gama de materias político-económicas; y de no ser eso posible, se promete el derecho a compensación. Además, como se sabe, Chile ya tiene tratados comerciales (y de esos de antaño, aquellos que eran sobre comercio) con los otros 10 países del tratado, y prácticamente todos los productos relevantes para nosotros ya están incluidos en ellos. Por eso, lo que se gana en lo comercial es mínimo. Y lo que se pierde en soberanía, capacidad para adaptarse al cambio, y de capacidad para reorientar nuestro modelo de desarrollo es inmensurable.

– ¿Los que se oponen a este tratado son “proteccionistas”?

– Por lo que ya decíamos, de rechazarse el TPP-11 vamos a poder seguir comerciando igual de libres con todos los países del tratado. ¿Dónde está el proteccionismo en eso? Los únicos realmente proteccionistas son las corporaciones multinacionales y chilenas “internacionalizadas” que quieren proteger el status-quo.

– ¿Los nuevos tribunales internacionales van a ser “independientes”?

– Para nada. Primero, nunca nadie ha explicado por qué había que sacar de las cortes chilenas los litigios entre el Estado y las corporaciones (multinacionales o chilenas internacionalizadas) y pasarlos a unas cortes de fantasía creadas especialmente para el TPP-11. Hasta Joseph Stglitz las llama “Kangaroo courts” en las que el Estado chileno tiene todas las de perder. (https://en.wikipedia.org/wiki/Kangaroo_court). No hay ninguna razón jurídica para hacer eso, y es un ataque a nuestra soberanía. Las multinacionales sólo exigieron eso porque las probabilidades de ganar ahí, con jueces llenos de conflictos de interés, es mucho mayor. Si algo sabe el neo-liberalismo es sobre tecnologías de poder.

– ¿El TPP-11 nos abre horizontes en materias económicas?

– En lugar de abrir horizontes, los cierra. Si bien lo poco del TPP-11 que tiene que ver con lo comercial agrega algunos productos a los ya negociados en los tratados bilaterales con los otros 10 países, prácticamente todos ellos son irrelevantes para nosotros, pues los relevantes ya están incluidos en los tratados existentes. Por otro lado, hace muy difícil que las políticas públicas y las económicas se puedan ir adaptando al cambio en una economía mundial cada día más llena de distorsiones y un paradigma tecnológico lleno de sorpresas. Más aún, el TPP-11 hace muy difícil la urgente reingeniería de nuestro modelo extractivo, el cual ya tocó fondo hace muchos años ya dio lo que tenía que dar, y ahora apenas marca el paso. En el momento que más necesitamos espacios para reformular un modelo ya agotado, el TPP-11 está diseñado para defender el status-quo y cerrar los horizontes del cambio.

– ¿Es el TPP-11 “un paso adelante”, y natural, en nuestro desarrollo?

– Ni por casualidad. Como decía, es justo lo contrario: en el momento que más necesitamos dar un paso adelante, el TPP-11 es un obstáculo artificial para evitarlo. Lo que muchos parecen olvidar, de todos los colores políticos, es que el cambio no se puede parar, sólo distorsionar.

– ¿Es el TPP-11 un tratado “transparente”?

– Desde sus inicios ha sido lo opuesto. A diferencia de lo que dice el discurso oficial, el TPP partió por iniciativa del gobierno de EE.UU. y las multinacionales norteamericanas. Ellos bajaron la línea en al menos 5 aspectos de tratado: i) China queda afuera; esto es, el TPP iba a ser un tratado “comercial” que dejaría fuera a la principal potencia comercial del mundo y una que es nuestro principal socio comercial tanto en exportaciones como importaciones. ii) Se debe restringir de sobremanera el campo de acción de las empresas públicas. iii) Su eje sería el concepto garcíamarqueeano de “expropiación indirecta”: cualquier cambio regulatorio o “interferencia” pública vía cambios de políticas públicas o económicas que pudiese afectar las expectativas “razonables” de retorno de la inversión de las multinacionales y chilenas internacionalizadas debería ser compensado. Esto es, se le darán derechos de propiedad a las grandes empresas sobre el retorno de su inversión frente a cualquier cambio inducido en su medioambiente, por lógico, razonable y democrático que fuese. Y, peor aún, si es que eso tuviese sentido, que no lo tiene, ¿por qué se debe compensar sólo a las grandes y no a todas las empresas supuestamente afectadas? Eso va a crear una de las peores distorsiones y fallas de mercado posible. Por ejemplo, si un gobierno decide subir el salario mínimo más allá de lo que las corporaciones decidan que es “razonable”, ¿por qué compensarlas sólo a ellas y no a las Pymes, que son las que realmente generan empleo?, iv) Se van a crear nuevas cortes (de fantasía) para dirimir los conflictos entre corporaciones y estados. v) Toda la negociación de tratado se llevará en absoluto secreto; sólo los representantes de los gobiernos y, por supuesto, de las corporaciones tendrán acceso al texto del tratado. Más aún, abogados y lobistas de las grandes corporaciones contribuían activamente en la redacción de los capítulos del tratado. De hecho, lo único que llegamos a saber de las negociaciones fue gracias a Wikileaks.

Como decía, el gobierno norteamericano y sus multinacionales bajaron la línea en estos 5 puntos (y otros); de ahí para adelante, a diferencia de la telenovela oficial, el país que se quería subir a ese carro lo podía hacer; y el que discrepaba con esos puntos, que se quede abajo. Nuestros burócratas quieren convencernos que todo fue iniciativa de ellos, cuando en la realidad el rayado de la cancha estaba hecho antes de que siquiera les llegase la invitación. El edificio ya estaba en obra gruesa, y hasta con departamento piloto. Sólo faltaban las terminaciones. E incluso eso había que hacerlo en secreto. ¿Transparencia? ¿Qué transparencia?

– ¿Por qué el TPP-11 implica congelar el desarrollo económico?

– Porque cualquier cambio, por definición, afecta a quienes quieren seguir haciendo las cosas de la misma manera. Ya nos enseñaba Darwin: el que triunfa es el que mejor se adapta al cambio. La filosofía pre-Darwiniana del tratado, en cambio, busca un “congelamiento” regulatorio y de políticas para así tratar de evitar lo inevitable, pues la esencia de la evolución es generar incertidumbre en los agentes dominantes. Intentar evitar eso es como tratar de parar el tiempo.

En resumen, el mensaje central del TPP-11 es decir que uno puede hacer lo que quiera, cuando quiera y donde quiera, con tal que lo que quiera es hacer más de lo mismo. Si se quiere hacer algo diferente, por lógico, razonable y democrático que sea, mejor abrir la billetera y comenzar a compensar a diestra y siniestra. Entre las formas de mantener el statu quo, ésta se lleva el premio a la más ineficiente.

– ¿El TPP-11 restringe la democracia?

– El TPP-11 es profundamente antidemocrático, del tipo “ley de amarre” que Pinochet y Jaime Guzmán impusieron después del plebiscito. Ya decía Guzmán: “[uno] debe procurar que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría. [Hay que crear una] cancha … lo suficientemente reducida [como] para ser extremadamente difícil lo contrario”. Lo diferente ahora es que no sólo la mayoría de la derecha busca lo mismo con el TPP-11, sino que también importantes sectores del centro y de la centroizquierda quieren protegerse frente a posibles alternativas políticas que pueden emergen en Chile.

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