Política

Ennio Vivaldi, rector de la U. de Chile: “La UdeC, toda la vida, ha respondido al arquetipo de universidad pública”

El titular de la Casa de Bello visitó el Bío Bío para estrechar lazos culturales con la Rectoría de Carlos Saavedra. En entrevista con Diario Concepción, Vivaldi proyectó el trabajo conjunto de ambas instituciones y criticó el ambiente competitivo entre universidades.

Por: Javier Cisterna 18 de Noviembre 2018
Fotografía: Gentileza Agencia UNO

En cada visita a Concepción, dice, aparta un momento para la nostalgia, sobre todo cuando se trata del Liceo de Hombres, hoy Enrique Molina Garmendia, de donde se graduó en la década del 60.

Ennio Vivaldi (68), rector de la Universidad de Chile, pese al correr del tiempo y a una añosa instalación definitiva en Santiago, no olvida al Bío Bío, su lugar de nacimiento y despertar intelectual.

“Forjé una tremenda admiración por la Universidad de Concepción siendo liceano, por su movimiento estudiantil, por todo lo que aportaba. Estando en el Liceo de Hombres iba a conferencias maravillosas. La admiración que yo tengo por la Universidad de Concepción es enorme”, lanza la autoridad académica, que de escueto tránsito por la zona buscó entregar un mensaje que bien fue recibido por sus pares penquistas: es la hora de colaborar. Se acabó la época de rivalizar entre universidades.

Así mismo lo refrendó el pasado viernes Carlos Saavedra, rector UdeC, con quien Vivaldi se reunió públicamente para fortalecer los lazos culturales de ambas instituciones. El hito fundacional de esta nueva relación fue la función de la obra “El tribunal de honor”, montada en el Teatro Regional del Bío Bío esa jornada y a la que los dos titulares asistieron en calidad de invitados.

– ¿Cómo proyecta el vínculo de la Universidad de Concepción con la Universidad de Chile?

– Tendría que ser óptimo y estoy absolutamente convencido de que así va a ser. Estas son dos universidades con una gran historia, ambas con el parecido de haber sido creadas para servir. En un caso, a una región; en otro, a un Estado que recién nacía. Ambas tienen una absoluta vocación de arraigo y sentido de pertenencia a una comunidad o un pueblo. Es notable el espíritu que las ha guiado. Creo que las universidades de este tipo -y el aporte que han hecho a Chile- son algo que no tiene parangón en otras latitudes.

– Se retrotrae al período fundacional, pero ¿cuál es la fórmula hoy, en tiempos en que restarse del ánimo competitivo es ir contra la corriente?

– A eso me quería referir. El sistema que se aplica en Chile a partir de 1973 y que se explicita en 1981, es un sistema que yo diría que no es ni bueno ni malo, porque como rector de una universidad laica y pluralista respeto todas las ideologías, pero es un sistema que llega a un extremo absoluto. Una cosa extremista, orientada por un credo que partía de la base de que era factible aplicar en las universidades cuestiones que funcionaban en otros contextos, como la industria y la empresa, pero que son totalmente contrarias a la naturaleza de la universidad. Lejos, la clave es la idea totalmente equivocada de que las universidades van a progresar en la medida en que rivalicen y compitan. La realidad es absolutamente opuesta.

– ¿Colaboración más allá de lo discursivo?

– Hoy las universidades, si no colaboran entre sí, no van a poder funcionar adecuadamente. Entonces, de todos los errores que tenía este modelo que ahora estamos modificando, lejos el concepto de rivalidad y competencia fue lo más nefasto. Y no solo rivalizar, sino que rivalizar únicamente en torno a conseguir fondos. Eso hizo que se generaran bandos, se atrincheraran universidades nada más que tomando en cuenta el tema financiero presupuestario, dejando de lado, por ejemplo, la calidad de la docencia y la comunicación. Yo veo todas las oportunidades hoy. Soy optimista.

– Por ejemplo, se podría revitalizar un sello Universidad de Concepción-Universidad de Chile.

– Por supuesto. El mundo de la cultura, entre muchos otros, es clave. La Universidad de Concepción hizo cosas que nosotros como chilenos deberíamos saber hacer lucir. Cosas únicas. Si usted me pregunta a mí, yo creo que hay que decir que el boom de la literatura latinoamericana, que sacudió a todo el mundo con la novela de García Márquez, los trabajos de Cortázar, Vargas Llosa, Pepe Donoso, nació en el encuentro de escritores que organizó Gonzalo Rojas en Concepción a comienzos de los años 60. Deberíamos decir que fuimos la cuna del boom latinoamericano en literatura. Y eso es mérito de la Universidad de Concepción. Lo que ha hecho esta universidad por la cultura chilena… la revista Atenea es un lujo, el teatro es una cosa fantástica. Eso hay que volver a ponerlo en primer plano, porque este país lo necesita.

– ¿En eso fundamenta su apoyo al reconocimiento del carácter público de la Universidad de Concepción?

– Yo creo que el problema es distinto, creo que es la definición de universidad pública. Evidentemente, el arquetipo de universidad pública es la estatal, de eso no cabe duda, y una universidad para que realmente pueda llamarse pública tiene que ser pluralista, laica, no comprometida con otros tipos de instituciones. Eso no lo digo yo, es lo obvio. Habiendo dicho eso, en todo el mundo se acepta que haya universidades que se acerquen más o menos a ese arquetipo, y la Universidad de Concepción, toda la vida, ha respondido de forma indistinguible al arquetipo de una universidad pública. Hay universidades que cumplen con requisitos o condiciones que la hacen asimilable a la universidad pública, lo dije en frente del Presidente de la República en su momento y siempre ha habido un apoyo total a la Universidad de Concepción de parte nuestra.

– ¿Estaría de acuerdo entonces con un reconocimiento por ley del G3?

– Por supuesto. Sobre todo, a la Universidad de Concepción.

– En este momento se da la coincidencia de que ambas universidades lideran el trabajo de dos proyectos de parque científico. ¿Ve compatible las tareas futuras de Pacyt en Concepción y Laguna Carén en Santiago?

– Insisto. El tema de la colaboración surge no por una decisión ética. Permítame decirlo en forma más explícita. Una cosa es que yo diga “a mí me gusta o no la colaboración más o menos de lo que me gusta la rivalidad o la competencia”. Ese es un tema ético. Pero además del tema ético, hay un tema empírico. Yo diría que prefiero mil veces el espíritu de colaboración que el de rivalidad y creo que esa es la verdadera universidad. Estoy seguro de que en estos dos proyectos vamos a ser absolutamente sinérgicos.

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