Son tres las epístolas enviadas por Francisco al clero chileno, en donde critica duramente su actuar en casos de abusos.
El arzobispo de Concepción Fernando Chomali se reunirá esta mañana (tarde en Roma) con el Papa Francisco, en una cita que fue agendada hace tres meses.
De acuerdo al prelado, este encuentro tiene como finalidad, entre ambos personeros, las tres cartas que ha enviado el Pontífice a la Conferencia Episcopal chilena (Cech), tras la visita realizada en enero pasado.
Las epístolas fueron remetidas en los meses de abril, mayo y agosto, siendo las dos primeras las más fuertes y con duras críticas al episcopado local.
La primera carta se conoció el 11 de abril y, en ella Francisco entrega antecedentes someros de la investigación que realizó el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, que contiene 2.300 folios con crudos testimonios de los abusos cometidos. En un uno de sus párrafos, el Pontífice afirma: “Todos los testimonios recogidos hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”.
La segunda carta es aún más dura y fue entregada durante el encuentro de los obispos con el Papa en Roma, en base a la cual realizaron una reflexión en conjunto.
“Es sintomático notar que todos los declarantes han señalado la insuficiente atención pastoral prestada”, apunta.
Allí consigna además que “mesianismo, elitismo, clericalismo son todos sinónimos de perversión eclesial”.
Entre las críticas que desglosa Francisco, se encuentra la movilidad de los abusadores, además de la superficialidad con la que se analizaban los casos, cuando habían graves indicios de un efectivo delito.
A la vez, el Papa consideró que “en muchos abusadores se detectaron graves problemas en su etapa de formación o noviciado y que consta en actas de la misión que en algunas instituciones educativas se ha confiado en sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa”.
El Papa es crítico con el rol de algunos obispos en estos casos. “Recibí con cierta preocupación la actitud con la que algunos de ustedes, obispos, han reaccionado ante los acontecimientos presentes y pasados. Una actitud orientada a tirar fuera el problema, creyendo que con la sola remoción de personas se solucionarían de por sí los problemas”.
La última carta fue recibida por la Conferencia Episcopal chilena en agosto, tras conocerse las medidas para evitar que nuevos episodios de abusos o que las denuncias no sean bien ponderadas. Allí, Francisco felicita a la Iglesia local por tomar “decisiones que son realistas y concretas”. Esto se suma a su impresión por el nivel del análisis realizado por el clero local.