Política

Balance de un convulsionado 2017: ¡Paren el mundo que me quiero bajar!

Por: Diario Concepción 31 de Diciembre 2017
Fotografía: Copesa

Los recuentos son un clásico cuando cerramos un año, y este fue uno especialmente interesante para la política internacional, por lo que vale la pena recordar los hitos de un año que, paradojalmente, muchos preferirían olvidar.

Por: Constanza Fernández Danceanu
Abogada y analista internacional
Directora de Ciencias Políticas y Administración Pública

Los recuentos son un clásico cuando cerramos un año, y este fue uno especialmente interesante para la política internacional, por lo que vale la pena recordar los hitos de un año que, paradojalmente, muchos preferirían olvidar.

Por: Constanza Fernández Danceanu
Abogada y analista internacional
Directora de Ciencias Políticas y Administración Pública

La revista Time eligió como personaje del año a las “rompedoras del silencio”, las víctimas de acoso  y abuso sexual que lograron poner una problemática social muchas veces escondida sobre el tapete. Con esta decisión Times le da un golpe al Presidente Donald Trump, quien corría como favorito para tal reconocimiento, escogiendo al extremo opuesto, condenando así tácitamente su propio actuar.

Pero esto no significa que Trump no haya sido quien marcó la agenda internacional de 2017. Cuando el 20 de enero asume la presidencia ni quienes se oponían más férreamente a su mandato imaginaron lo que podría pasar en un año. En abril, luego de que se supiera que en Siria se utilizaron armas químicas contra la población civil, EE.UU. bombardeó una base de la Fuerza Aérea en Shayrat, antes de que pudiera determinarse quiénes habían sido los responsables. Esto generó que los más alarmistas comenzaran a hablar del inicio de la tercera guerra mundial. Esta idea se revive en agosto, cuando Trump amenaza a Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, con que EE.UU. desataría “fuego y furia como el mundo jamás ha visto” volviendo aún más compleja la delicada situación entre ambos países. Pyongyang anunció que dispararía misiles hacia Guam, una pequeña isla en Oceanía sobre la cual Estados Unidos ejerce soberanía, pero no concretó la amenaza. Evitamos así una guerra de egos que podría haber tenido consecuencias letales para la humanidad.

Donde la guerra es mucho más inminente es en Medio Oriente. En su primera gira internacional, en mayo, Trump visitó Israel y Palestina, donde declaró que él siente que tiene la “oportunidad de traer seguridad, estabilidad y paz” a la región. Pero dichas intenciones se esfumaron cuando a principios de diciembre anuncia que su país reconocería a Jerusalén como la capital de Israel e informa que su embajada se trasladará de Tel Aviv a la Ciudad Santa. Con esto, la frágil estabilidad de la región se rompe. Miles de palestinos salen a protestar, con el apoyo del mundo árabe, y líderes de todo el mundo condenan la decisión de Trump. El Consejo de Seguridad de la ONU intenta pasar una resolución que rechaza cualquier acción o decisión que altere el estado de la ciudad de Jerusalén, pero Estados Unidos utiliza su poder de veto para bloquearla. Unos días después la Asamblea General aprueba una resolución en el mismo  sentido (con 128 a favor, 9 en contra, 35 abstenciones y 21 ausentes). El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, señaló que “Jerusalén es la capital de Israel, lo reconozca o no la ONU”, intentando así derribar la aspiración de reconocimiento del Estado Palestino. Lo extraño es que fue justamente él quien apoyó ‘la solución de los dos Estados’ en Irak en el marco del referéndum para la creación de Kurdistán que se efectuó en septiembre.

Temas relevantes también son el aislamiento de Trump: no firma el TPP que había negociado Obama, anuncia el retiro del Acuerdo de París y abandona la UNESCO. Continúa con su desprecio por los migrantes, señalando, por ejemplo, que “Haití envió 15.000 personas. Todos tienen sida”. Y en casa no está mucho mejor. Su aprobación ronda el 40%, y solo se espera que baje con los resultados de la trama rusa, la que ha tenido a su mandato ad portas de un juicio político desde que se sentó en la oficina oval.

Europa

El acontecer en Europa este 2017 fue marcado por el enfrentamiento entre europeístas y euroescépticos. Por un lado se conmemoraron los 60 años de los Tratados de Roma (los que dan origen a lo que conocemos hoy como Unión Europea). Por otro, los nacionalismos se llevaron las miradas en las elecciones de Francia, Alemania y Austria. Los franceses eligieron a Emmanuel Macron en vez de la ultraderechista Marine Le Pen. Los alemanes dejaron a Angela Merkel en un escenario en el que tendrá que encabezar un gobierno de minoría o llamar a nuevas elecciones, y le entregaron representación en el Congreso a Alternativa para Alemania (AfD), partido que ha sido calificado como compuesto por “verdaderos nazis”. Y los austriacos optaron por una coalición de gobierno que el New York Times calificó como “un mix de ultraderecha, pro Europa y juventud”, designando a Sebastian Kurz como canciller, el jefe de gobierno más joven del mundo.

Por su parte la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, llamó a elecciones anticipadas en junio, con la intención de validar su nombramiento y tener una mayoría aún más grande, para tener más apoyo en la negociación del Brexit. El titular de los principales periódicos de su país fue “Le salió el tiro por la culata”. Con un gobierno de coalición tendrá que enfrentar las negociaciones del Brexit, las que comenzaron el 19 de junio, en las que tendrá que determinarse la forma en que los británicos abandonarán la UE.

Cataluña también estuvo en el foco de las cámaras. El 1 de octubre se celebró un referéndum de autodeterminación. Con el triunfo del ‘sí’ como antecedente, el Presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puidemont, anunció que el proceso de desconexión de Cataluña respecto a España es irreversible, por lo que el Parlamento catalán declaró la independencia. Esta decisión fue suspendida por el Tribunal Constitucional español. Posteriormente se disolvió el Parlamento, se convocó a  nuevas elecciones, y Puigdemont, se fue a Bélgica en busca de asilo.

Por otro lado, en noviembre el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia comienza a cerrar sus puertas condenando a cadena perpetua por el genocidio de Srebrenica a Ratko Mladic, conocido como “el carnicero de los Balcanes”, y a 20 años de prisión por el asedio de Mostar a Slobodan Praljak, quien durante la lectura del fallo se suicidó ingiriendo veneno.

Terrorismo y refugiados

Este tema, lamentablemente, no es solo de 2017, sino que se instaló en la agenda internacional y llegó para quedarse. Manchester, Barcelona, Las Vegas y Mogadiscio fueron los ataques terroristas más comentados, pero los reportes indican más de 7.000 víctimas fatales en cientos de atentados alrededor del mundo.

Respecto a los refugiados, según cifras oficiales de la Agencia de la ONU para los Refugiados, cada 3 segundos una persona es forzada a dejar su casa, es decir, 20 personas son desplazadas cada minuto. Casi 30.000 al día. Más de 10 millones al año. En las últimas décadas la cifra se ha duplicado, pasando de 33.9 millones en 1997 a 65.6 millones en 2016. Los conflictos en Siria, Yemen, la República Centroafricana y Sudán, por nombrar solo algunos, han logrado llevar esta cifra hasta su máximo histórico. La limpieza étnica que están sufriendo los rohinyás en Birmania desde agosto ha incrementado dichos números. Los refugiados que han huido a Bangladesh ya han superado los 600.000.

Latinoamérica

En nuestro barrio durante el 2017 las miradas se las llevó Venezuela. Con la elección de la Asamblea Constituyente en julio, a la que se le entregaron poderes ilimitados por tiempo indefinido, se marcó el fin de la democracia en el país. Nicolás Maduro oficialmente cumple con los requisitos para ser calificado como dictador. Esto llevó al Mercosur a tomar la decisión de aplicar la cláusula democrática contemplada en el Protocolo de Ushuaia, lo que en la práctica significó expulsar a Venezuela del bloque.

Y estos días –para cerrar el año tan noticiosamente como empezó– en Perú el Presidente Pedro Pablo Kuczynski, se salvó de ser destituido por el Congreso gracias a un acuerdo con el fujimirismo, el que significó indultar al expresidente Alberto Fujimori. Aunque la motivación dice haber sido humanitaria, debido al delicado estado de salud del exmandatario, provocó rechazo en diversos sectores del país, y de organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo. Es más, la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordó que ella estableció que los crímenes perpetrados por Fujimori constituyen crímenes de lesa humanidad.

Como dice Mafalda, “¡paren el mundo que me quiero bajar!”. Esperemos que el 2018 nos traiga, como prometió nuestro nuevo Presidente, tiempos mejores.

 

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