Política

Demonizar al próximo Presidente sólo frenará el desarrollo del país

Por: Diario Concepción 17 de Diciembre 2017
Fotografía: Archivo

Atacar a quien es apoyado por la mitad del país es crear divisiones innecesarias, es fraccionar aún más una nación que ya está polarizada. Sin importar si no nos gusta quien gane, será el Presidente de todos los chilenos por los próximos cuatro años.

Por: Constanza Fernández Danceanu
Abogada y Analista Internacional
Directora de Ciencias Políticas y Administración Pública
Universidad San Sebastián

En general evito hablar de política interna, ya que mi expertise está en lo internacional, pero cuando se hacen comparaciones absurdas con realidades lejanas y más bien desconocidas, hay que aclararlas, ya que sin importar el color político, la verdad debe ser una prioridad.

Dicho esto, merece la pena destacar que hasta en la prensa internacional se ha hablado de “Chilezuela”. Riéndose del término y usando memes para ridiculizarlo, por supuesto. También se han mofado del término “facho pobre”, ya que nadie puede explicarse cómo la situación socioeconómica de una persona debería decidir a quién esta apoyará en una elección.

Solo en Chile somos capaces de creer en serio que el próximo gobierno puede llevarnos al caos. Para muchos Alejandro Guillier no es más que un comunista que quiere ver a Chile en el suelo. Y para otros Sebastián Piñera no es más que un ladrón que quiere llevarse el presupuesto de la nación para la casa. Es tiempo de dejar de ver el mundo en blanco y negro.

Si gana Guillier el gobierno no será manejado por el Partido Comunista, como lo ha sostenido José Antonio Kast, ni se desplomará el mercado, como lo anunció en enero la financiera JP Morgan, ni triunfará la visión que sostiene Lily Pérez de que hay quienes acompañan a Guillier a los que les encantaría que Chile fuera Venezuela. El PC –actualmente compuesto por poco más de 50 mil personas– no tiene capacidad de influenciar de manera determinante en un gobierno.

Respecto al funcionamiento del mercado, este se basa en especulaciones. Si quienes lo controlan quieren influenciar una elección, lo harán amenazando con un desastre financiero, pero luego del sufragio, aunque gane el rival, volverán a enfocarse en que la economía crezca, ya que eso conviene a todos, particularmente a los que más tienen. Y en relación a que Chile terminará como Venezuela, ¿realmente se imaginan a Guillier manipulando los mercados, las elecciones y los medios de comunicación? Estamos en la vereda opuesta de lo que lamentablemente sucede en el país de Maduro, y eso con seguridad no cambiará en cuatro años.

Si gana Piñera no se pone en entredicho que Chile alcance el desarrollo, como lo indicó Nicolás Eyzaguirre, no se echarán para atrás las reformas educacionales, como lo sostuvo la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios, ni será política de Estado entender como sinónimos terrorismo y pueblo Mapuche.

La Ocde anunció hace casi dos meses que Chile alcanzó la categoría de “Desarrollo en Transición”, un paso previo a graduarnos como desarrollados. Con solo una pequeña alza en el PIB per cápita alcanzaremos ese estatus.

Luego de recibir el apoyo de Manuel José Ossandón, Piñera se comprometió a avanzar en la gratuidad de la educación. Y ha señalado explícitamente que el terrorismo no es de izquierda o de derecha, pero que sí debe ser juzgado, para lo cual hay que perfeccionar la ley antiterrorista.

Declaraciones sacadas de contexto

Hemos escuchado las barbaridades más grandes. El cientista político Patricio Navia hace una analogía con tomar un avión: “Hay solo dos pilotos. Si escoges a Piñera, atento que no te engañe, cobre de más o te lleve a otro lugar. Si escoges a Guillier, va a estallar el avión”. Matinales de televisión presentan a una vidente diciendo que debemos tener cuidado de no abrir la puerta al comunismo, para que no volvamos a caer en lo mismo, ya que esta vez no será posible de revertirlo. Y lo más triste de todo, hemos visto cómo se sacan de contexto las declaraciones de los candidatos. Dentro de varias preguntas que le realizan a viva voz en la calle a Piñera se escucha “¿Va a seguir robando?”, a lo que él responde “sí, claro que sí”. Las redes sociales prefirieron obviar el resto de las interrogantes y quedarse solo con la que les daba más likes. Mientras Guillier hablaba de sus propuestas en un matinal señala “los delincuentes tenemos que trabajar en dos direcciones”. Nuevamente los medios deciden cortar el video a su conveniencia, eliminando los segundos previos en los que se escucha claramente un “con”.

Desgraciadamente los errores (o autogoles) vienen también por parte de los candidatos. Piñera anunció fraude electoral, solo para admitir posteriormente que fue innecesario hablar de votos marcados. Ha señalado que existe intervención electoral por parte del gobierno, sin entender que este naturalmente busca validar su legado a través de su continuidad, tal como lo hizo él en 2013. Y lo más vergonzoso, para tratar de compensar el apoyo de Pepe Mujica a su contendor, tergiversó las palabras de Patch Adams para demostrar el apoyo de este a su candidatura, apoyo  desmentido por el médico.

Guillier, por su parte, señaló que “le meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso, para que ayuden a hacer patria alguna vez”. Sin perjuicio de que podamos entender el argumento de la justicia social – especialmente considerando que la redistribución de la riqueza es básica para el desarrollo de un país – con sus dichos demoniza al empresariado y mete en el mismo saco a grandes conglomerados que eluden impuestos y a pequeñas pymes que con mucho esfuerzo generan trabajo dentro de su comunidad. Además da pie para que se tomen en serio declaraciones como la de Edgar Bronfman, presidente de Endeavour, quien indicó que “mientras más los chilenos miren a la izquierda, más difícil se transformará el ambiente para emprender”.

Yo o el caos

Piñera ha dicho que este 17 tenemos “dos caminos: uno es más de lo mismo y conduce a más delincuencia, división, desempleo y frustración. El otro conduce a tiempos mejores para todas las familias chilenas”. Guillier, por su parte, ha sostenido en su franja – en palabras de su mujer – que debemos decidir “¿qué queremos? Competencia o colaboración, crecimiento para algunos o crecimiento sustentable para todos, exclusión o inclusión, egoísmo o humanidad”.

Mario Vargas Llosa señala en ‘Sables y utopías: Visiones de América Latina’ que “lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país, retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años, o seguir perseverando infinitamente en el error”.

Lo cierto es que 19 de noviembre elegimos un Congreso bastante equilibrado, que no permitirá que la oligarquía robe, ni que nos gobierne el espíritu de Hugo Chávez.

Bien sabemos que esta elección será una de las más cerradas desde el retorno a la democracia, en la que los candidatos están peleando voto a voto para obtener el preciado 50% más uno. Por lo tanto, atacar a quien es apoyado por la mitad del país es crear divisiones innecesarias, es fraccionar aún más una nación que ya está polarizada. Sin importar si no nos gusta quien gane, será el Presidente de todos los chilenos por los próximos cuatro años. Demonizarlo solo generará frenar el desarrollo del país. Así que a nuestro próximo Presidente, sea el Sr. Guillier o el Sr. Piñera, le deseo el mayor de los éxitos en guiarnos hacia un mejor futuro, ojalá en unidad.

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