Política

Programas de los candidatos: lo que hay que saber antes de votar

Por: Luz María Astorga 12 de Noviembre 2017
Fotografía: Agencia UNO

Una cosa es el discurso enérgico, la defensa rotunda de ideas, hechos o acusaciones, y la respuesta rápida, asertiva. Otra, transparentar sin maquillaje el plan de Gobierno y sincerar su financiamiento. El votante común no lee mil o más páginas de programas. El remolón probablemente tampoco se inquieta por lo que está en juego y, tal vez, ni se levante el domingo 19.

Y así, millones marcarán la papeleta, aunque ¿no será mejor leer y tomar nota?

“Vote informado”. Eso vienen repitiendo algunos medios hace semanas. Al pie de la letra, significa que un ciudadano debería leer unas 1.500 páginas para saber qué están proponiendo los ocho candidatos a La Moneda.

Marcar preferencia después de eso tiene sentido, más todavía si se hace con la convicción de que ésas promesas se van a cumplir.

Pero hoy ni una de esas dos cosas pasan.

Para conocer los niveles de cumplimiento basta buscar en la web, porque desde los años 90, tanto el Ministerio Secretaria General de la presidencia como algunas ONG lo evalúan sobre la marcha.

Para conocer todas las propuestas no hay disposición: pueden ser más de mil como ahora (el programa de Sebastián Piñera contiene 745 y el de Carolina Goic unas 500).

Lo concreto: vamos a las presidenciales sin enterarnos más que de tres, cuatro o cinco cosas que trazarían la ruta. “El elector tiene un mínimo conocimiento sobre qué representa cada candidato”, afirma Claudio Fuentes, académico de la Escuela de Ciencia Política de la U. Diego Portales. Esto, a pesar de que en la política chilena los comandos preparan programas más extensos cada vez. Entendible. Un programa tiene dos objetivos: uno es político interno; el otro deja por escrito algo que se puede evaluar.

El primero -y más importante- se debe a que detrás de un presidenciable hay una coalición que, generalmente, tiene a varios grupos o partidos, todos interesados en meter ideas. Cada cual trae su agenda y luego se negocia el texto final. Es así como, por ejemplo, vemos que un presidenciable compromete algo que después no aparece en ninguna parte… O que muchos asuntos se presenten con una redacción más laxa, porque los autores saben que requieren negociación dura.

Esto no siempre fue así. Eduardo Saffirio, coordinador programático de la candidatura de Goic, dice que los “programas serios” empezaron en 1958, con Eduardo Frei Montalva y que es una tradición de su partido, la DC. Hoy, sostiene, “es lo mínimo para hacer buena política frente a la amenaza mundial del populismo: programas serios y financiables”.

Carlos Ominami marca otro momento: el 89, para la elección del primer gobierno post dictadura, el de Patricio Aylwin, cuando muchas miradas seguían atentas lo que podría pasar con un gobierno de centroizquierda. “Teníamos un problema de credibilidad económica en particular y estábamos obligados a ser muy rigurosos, porque principalmente sobre la izquierda existe siempre la sospecha de que somos ineficaces, demagogos, populistas”.

Hoy, comenta Fuentes, con una ciudadanía y medios de comunicación más demandantes, se habla más de los programas y de su financiamiento. También se polemiza, como ha sucedido con el de Alejandro Guillier que empezó costando US$21 mil millones, bajó luego a USS14 mil millones y, finalmente, explicaciones más, explicaciones menos, se ajustó a casi US$10 mil millones, lo mismo que el Goic.

O como el de Piñera que, para financiar los US$14 mil millones que necesita, recurrirá a ahorro y reasignación de US$7 mil millones, asunto inviable a ojo de buen economista. Peor aún, presionado por la prensa, dijo que sacaría “grasa” de la administración pública, 20 mil personas, rotuladas como “los operadores”. En su primer gobierno despidió a 10 mil. Al cierre de la semana, el candidato escribía una carta a los empleados públicos explicando que no tocaría a los trabajadores eficientes.

De ayer a hoy

De todo pasa en la recta final de las campañas. También, a la hora de armar los programas donde se trabaja duro, como recuerda Ominami, quien hizo equipo con Alejandro Foxley –uno en Economía, el otro en Hacienda- en el primer gobierno después de la dictadura:

-No trabajamos un año sino ¡varios! Mientras éramos oposición –pero sabíamos que en algún momento íbamos a ganar- nos dedicamos a estudiar cómo recuperar Chile. Cuando hicimos el programa, unos nos decían `no se metan en la cosa tributaria, digan una cosa general´. Nosotros, `no, no´. Debíamos ser muy precisos”.

Agrega:

-En el 88-89 se exigía mucho porque el clima de desconfianza era gigantesco. Existía incertidumbre, todo lo que se decía podía ser muy significativo. Hoy, en cambio, parece primar lo contrario: un cierto sentimiento de que todo da lo mismo porque las cosas están tan estructuradas, que no es mucho lo que puedes cambiar. Si a eso se suma la altísima abstención, como que todo pierde dramatismo. Y es algo equivocado, porque en esta elección se está jugando harto. Quizá vamos camino a ocho años de derecha”. (Ver nota aparte).

De harto esmero hablan también en el comando de Beatriz Sánchez. Su propuesta –que supera los US$50 mil millones- es producto de más de siete meses de trabajo y muchas consultas. El jefe de campaña, Sebastián Depolo, ha dicho que todas las corrientes del conglomerado -desde las ideologías liberales, humanistas hasta anarquistas y libertarias- están presentes. “Fueron meses de conversaciones en todo Chile, no solo con militantes de partidos del Frente Amplio, sino abierto a la ciudadanía”, declaró convencido de que la gente tiene diagnósticos y, también, respuestas.

Ricardo Israel, el abogado y ex candidato, participó ahora en el trabajo del comando de Sebastián Piñera, “que duró mucho tiempo, con cientos de personas repartidas por el país, quienes redactaron sus documentos sectoriales” que alimentaron la redacción final.

Efecto cero

Israel está consciente de que el ciudadano común no lee los programas y recuerda que, en el pasado reciente, hubo políticos de importancia (“que respeto intelectualmente”) que tampoco lo vieron.  “Personas hoy críticas de las reformas, en ese momento no dijeron nada; tampoco los medios”, agrega mencionando lo que sucedió con el ex presidente de la DC, Ignacio Walker. “Parece que yo fui el único que leyó”, dice medio en broma, porque en esa campaña “no hubo escrutinio alguno sobre el programa de Bachelet”.

Haciendo un poco de historia, dice que el programa de Aylwin, el de Frei y el de Lagos tuvieron un elemento de continuidad, “apelaron a grandes principios –democracia, equidad, justicia social- y todo el mundo lo entendió así”. No prestaron mayor atención al detalle. Esto se quebró con la primera campaña de Bachelet cuando planteó un “gobierno ciudadano” que al final tampoco fue. “Ahora estamos en al otro extremo. Existe preocupación y se exige a un candidato –un generalista por definición- que se sepa todo y las cifras exactas”.

Esto, siempre teniendo claro que se trata de una cosa política-mediática, no ciudadana. “Creo que los periodistas y comunicadores que en 2013 no hicieron ningún tipo de escrutinio, ahora exageraron”, señala.

Pero, ¿a la gente le importa el programa?

“No tanto”, dice Fuentes, aunque, si no existieran programas, “el ciudadano diría ´éste no tiene ni una idea´. Ya está instalado en la clase política nacional desde los años 40 o 50: el postulante tiene que llegar con algo, ideas matrices. Eso esperan, lineamientos básicos”.

– ¿El programa de Gobierno puede cambiar un voto o provocar a un votante remolón?

-No. En Chile sufragan entre 6.5 y 7 millones de personas. Eso es lo histórico. De esos, quizá el 90% ya tiene decidido donde marcará porque eso es anterior al candidato. Te sientes de izquierda, de derecha, de centro… ahí están tus ideas afines. Y, finalmente, las elecciones se definen en un segmento chiquito, 200 mil o 300 mil personas, las indecisas.

-Y debates como el del lunes pasado, ¿pueden provocar cambios?

-Los debates televisivos, salvo una situación de tragedia mayor, una metida de pata muy grande o algo impactante (como fue el dedo de Ricardo Lagos apuntando a Pinochet desde set de canal 13), tienen efecto cero. En Chile no existen estudios, pero los de Estados Unidos demuestran que solo consiguen afirmar tu percepción. O sea, ves lo que quieres ver.

Israel cree que los debates sirvan hay que seguir la huella de otros países, como Estados Unidos o España: llevar a los candidatos que tienen posibilidades reales, ponerlos frente a frente para que debatan lo medular de sus programas, con todas las interrupciones que quieran y tiempo para desarrollar las ideas. Ahí la gente puede formarse opinión de las diferencias.

Añade Fuentes:

-Acá, la novedad del año es el énfasis en campañas confrontacionales como la de MEO, aunque esto partió en el debate de primarias, con Manuel José Ossandón.

De lo bueno, ¿poco?

En TV, el candidato Guillier explicó su estrategia de campaña: no entregar todo el programa, sino ir lanzando temas cada semana. Si daban a conocer todo, poco o nada iba a quedar en la memoria colectiva, pensaba. Luego debió admitir que sus temas no tuvieron cobertura mediática. Al cerrar esta semana, la candidata Beatriz Sánchez remató: “No sé cuál es la alternativa de gobierno que presenta”.

Para que esto no suceda, dice Israel, lo clave es que el candidato logre posicionar temas y mientras antes mejor. Menciona la campaña de Salvador Allende, en 1970, “donde se estableció algo que todavía se recuerda: las 40 primeras medidas. Y lo otro que permaneció: el medio litro de leche para cada niño”.

Comenta:

-El denominador común, más allá del programa, es poner el tema. La gente se forma una imagen y lo más probable es que el debate legislativo gire en torno a eso. En las campañas de Frei y Allende lo que vimos fue el cambio social-cultural-político-económico, y así se explica la aprobación unánime de la nacionalización del cobre.  Hasta hoy Codelco es intocable.

“Definir los ejes es súper importante”, dice Ominami. “Queda clarísimo en esta presidencial. Piñera es `crecimiento y empleo´. Frente a eso no hay nada, nada, nada, suficientemente importante para enfrentarlo. Él tiene las dos cosas que a la gente le preocupa. Y agarró bien lo de protección a la clase media, siendo una obviedad, una cosa muy simple”.

DESPUÉS DEL GOLPE

-Habla de ocho años de derecha… ¿da por hecho que se apruebe la idea que plantea Piñera sobre reelección inmediata? El habla de eso o de volver a mandatos de seis años- preguntamos a Carlos Ominami.

-Noooo, lo digo porque la reconstrucción nuestra va a ser muy difícil. La cosa está muy descompuesta. La probable derrota va a ser más bien catastrófica y no existirá la seguridad que tuvimos en el primer gobierno de Piñera, con Bachelet en Estados Unidos, y la posibilidad de que volviera. Entonces la cosa era aguantarse, no hacer nada… Ahora aquí puede venir un ajuste de cuentas importante; rearmarse demorará mucho. La izquierda está súper fragmentada.

¿CÓMO PIENSA PAGAR?

En estas presidenciales, seis de los ocho candidatos han puesto precio a sus programas. A excepción de Beatriz Sánchez –cuya propuesta de gobierno necesita más de US$52 mil millones-, los planes del resto están por debajo del costo que tuvo el de Michelle Bachelet en 2013: US$15 mil millones. El candidato Piñera le pisa los talones (US$14 mil millones).

Comenta Claudio Fuentes:

– Progresivamente, a medida que los actores sociales y medios de comunicación han sido más inquisitivos, cobra importancia lo del financiamiento. Y hemos tenido un poco más de controversia porque algunos presidenciables dan respuestas evasivas. Antes nadie interrogaba respecto al costo. Y como existe una política más fragmentada, convulsionada, la capacidad de respuesta de los partidos es menor, les complica armar la cosa.

Carlos Ominami aterriza:

– La mayoría de los candidatos tienen programas con costos por debajo de Bachelet, es normal, ella gastó mucho. El gasto público subió del 20% a 23%. Ya no puedes pasar del 23 al 26%.

PARA TOMAR NOTA

SEBASTIÁN PIÑERA

Chile Vamos

Costo del programa:

US$14 mil millones. 124 págs.

Financiamiento:

la mitad con ingresos por mayor crecimiento (3,5% hacia fin del periodo), y la otra mitad con reasignaciones y austeridad fiscal.

DESTACADOS

*Crecer y crear empleos, a través de un nuevo sistema tributario más simple y justo.

*Salud: Reforma a la salud primaria. Médicos especialistas, consultorios resolutivos. Rebaja del precio de los medicamentos.

*Educación: Parvulario a partir de los 2 años como derecho de la infancia. Nuevo Sistema de Acceso Solidario a la Educación Superior.

*Seguridad Ciudadana: Modernización administrativa y operativa de las policías. Nuevo Sistema Integral de Prevención del Delito.  Reforma Ley Anti Terrorista.

*Infraestructura y conectividad para el Siglo XXI: Licitación de 1.500 kilómetros de carreteras. Nuevo Anillo Vial para Santiago.

ALEJANDRO GUILLIER

La fuerza de la Mayoría

Costo del programa:

US$9.750 millones (153 págs.)

Financiamiento: Reforma tributaria (último tramo rige desde 2018), además de ingresos por mayor crecimiento (3% a 3,8%) que darían unos US$700 millones al año, US$500 millones al derogarse la Ley Reservada del Cobre, más recursos por ajuste en gasto fiscal.

DESTACADOS

*Crecimiento económico, con empleos decentes y seguridad social de verdad.

*Mejoramiento de Pensiones ahora.

*Avanzar en gratuidad en educación superior al 70%.

*Descentralización: transferir facultades desde el Estado central a las regiones para implementar planes locales de salud, anti delincuencia, educación. Que empresas paguen impuestos donde producen.

*Seguridad: Restringir la facultad del Ministerio Público para archivar investigaciones por delitos contra las personas y la propiedad. Nueva estructura para persecución del crimen organizado y el lavado de dinero.

CAROLINA GOIC

Democracia Cristiana

Costo del programa:

US$10 mil millones. (450 págs.)

Financiamiento: recursos por mayor crecimiento económico (hasta 4% al cierre de Gob.), por mejor precio del cobre, reasignaciones por US$1.500 millones y por reactivación de concesiones a privados.

DESTACADOS

*Seguridad: creación de un Ministerio de Seguridad Pública y Protección Civil. Además del aumento de la dotación de Carabineros y miembros de la Policía de Investigaciones.

*Educación: derecho a Sala Cuna Universal, además de la priorización de la gratuidad para el 100% de los estudiantes de carreras técnicas cortas (4-5 semestres).

*Salud: Ley Nacional del Cáncer, reformas a las Isapre. Plan único para todos los afiliados. Auge adulto mayor.

*Reforma de pensiones.

*Economía: Alcanzar un 4% de crecimiento.

MARCO ENRÍQUEZ-OMINAMI

Partido Progresista

Costo: US$ 13 mil millones

Financiamiento: Préstamo de US$ 600 millones BID y/o la Corporación Andina de Fomento. Reorganización de prioridades, como menos gastos en armas. Reforma fiscal y ahorros de Chile por US$ 6 mil millones.

DESTACADOS

*Educación: avanzar a 100% de gratitud en los 4 años.

*Promover más y mejor empleo: Para eso, 0% de impuesto a las Pymes que reinviertan sus utilidades, hasta 10.000 UF. Salario mínimo a $300 mil en julio de 2018.

*Crecimiento: Impuestos a las empresas:  0% sobre utilidades reinvertidas hasta UF10.000 anuales. 35% de impuestos sobre utilidades que excedan las UF10.000 anuales. Nuevo tramo para rentas sobre UF 30.000 anual, con tasa de 40%.

*Plan Nacional de Infraestructura: Evaluar la construcción de trenes de mediana velocidad, para Arica-Iquique, Antofagasta-Calama, Santiago-Valparaíso y Santiago-Concepción, que pasa por Rancagua, Curicó, Talca y Chillán.

BEATRIZ SÁNCHEZ

Frente Amplio

Costo del programa:

US$ 52 mil millones.

202 páginas.

Financiamiento: Impuesto a la riqueza (que en cuatro años aportaría US$24 mil millones); reponer impuesto a la ganancia del capital en Bolsa, royalty de 5% a minería y recortes al gasto en armamento.

DESTACADOS

*Seguro universal de salud para todos y todas. Garantizará la atención a tiempo. Más consultorios y hospitales; terminar con las concesiones a privados.

*Fin a las AFP y pensiones dignas. Crear un sistema solidario, que destine todos sus recursos a las jubilaciones. Pensión garantizada, equivalente al sueldo mínimo si nunca cotizó. Sistema tripartito financiado por el Estado, los empleadores y los trabajadores.

*Política de nacionalización de empresas estratégicas y de servicios básicos.

*Asamblea Constituyente, para nueva Carta Magna.

*Fin del CAE.

EDUARDO ARTÉS

Unión Patriótica

Costo y financiamiento:

Sin información

DESTACADOS

*Asamblea constituyente: Una nueva Constitución con protagonismo popular, nacida y desarrollada desde la gente.

*Democratización de las Fuerzas Armadas: Integración a la vida social, política, cultural y productiva.

*Parlamento unicameral: Y reducción de sueldos a los parlamentarios, equivalente a 5 sueldos mínimos.

*País plurinacional, que reconozca la existencia de los pueblos originarios como naciones.

JOSÉ ANTONIO KAST

Independiente

Costo: US$9.700 millones

Financiamiento:  Ingresos por reducción de operadores políticos e impuestos para que el país sea más atractivo para la inversión.

DESTACADOS

*Revertir la Ley de Aborto.

*Seguridad: Crear comité de Seguridad Nacional que reemplace el Comité Político de La Moneda, que aborde la lucha contra el Terrorismo, Narcotráfico y la Delincuencia.

*Reducir al menos en 25 mil los funcionarios públicos, eliminando a los operadores e implementar la Ley Antipitutos.

*Crecimiento: Bajar el IVA en 4 puntos por los próximos 4 años. El impuesto a las empresas de 27% a 23%, Bajar el impuesto a los combustibles.

ALEJANDRO NAVARRO

Partido País

Costo y financiamiento:

Sin información

DESTACADOS

*Asamblea Constituyente para una Nueva Constitución, convocada a través de un plebiscito aprobado por el nuevo Parlamento, redacta una nueva Carta, sujeta a aprobación plebiscitaria en 2020.

*Nacionalización de recursos naturales y de servicios públicos: Agua y Litio.

*Alianza público-privada para el desarrollo económico sustentable y la diversificación de la matriz productiva.

*Pueblos Originarios: sus tierras, recursos y plurinacionalidad.

 

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