País

Los hitos que marcaron la historia de la humanidad y que este 2020 cumplen 100 años

1920 fue un año lleno de acontecimientos relevantes para nuestra sociedad. En el contexto de finalización de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un nuevo reordenamiento e incipientes amenazas se hicieron sentir en todos los rincones del globo.

Por: Noticias UdeC 12 de Mayo 2020
Fotografía: Hitos históricos

Por: Luis Barril
Noticias UdeC

En la historia contemporánea, 1920 brindó a la humanidad el comienzo de algunos de los procesos más llamativos y trascendentales. Desde las relaciones internacionales, el surgimiento de nuevas ideologías belicistas, la relevancia de personajes atípicos y la enmendación de errores del pasado; como fuere, el año en cuestión nos ofrece un interesante recorrido hasta nuestros días.

En 1920, la Sociedad de las Naciones, esa incipiente organización creada en 1919, ratificó el Tratado de Versalles —que justamente le había dado vida a la Sociedad— y posteriormente tuvo su punto álgido en la ciudad suiza de Ginebra, donde los representantes de los países que la componían dieron vida a la primera asamblea de una entidad que se mantuvo hasta 1946 y que fue la base de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Para la Dra. Paulina Astroza Suárez, la importancia que tiene la Sociedad es que fue “la primera organización internacional de tipo político y que a partir de ella siguieron surgiendo otras nuevas. La Sociedad de las Naciones tuvo un objetivo político, puesto que la razón por la cual se crea es para preservar la paz y seguridad internacional, evitar que se repitiera una guerra mundial y que se establecieran los cimientos para un nuevo orden internacional que justamente evitara llevar a las grandes potencias a enfrentarse nuevamente”.

Al igual que la actual ONU, la Sociedad de las Naciones no estuvo exenta de grandes críticas y siempre se encontró condicionada por un hecho paradójico: su principal impulsor, el presidente de los Estados Unidos Thomas Woodrow Wilson, quien estuvo largos meses en Europa discutiendo sus puntos fundacionales, no pudo lograr que el Congreso de su país aceptara el ingreso norteamericano a la organización. “Wilson fue el personaje que más se esmeró en dar vida a esta organización internacional, de poner en común los intereses de los Estados al crear una asociación de estos, diferente a cada uno de los Estados por separado”, explica Astroza.

Tanto fue el deseo de Wilson por crear esta nueva organización, revolucionaria en su tiempo, que “viaja a Versalles, está meses allá negociando los términos del tratado que va a crear la Sociedad de las Naciones. Esto significó para los Estados Unidos una desconexión con su política interna, y lo que ocurre es que cuando Wilson firma el pacto y tiene que volver a obtener la aprobación del Congreso, se encuentra con que las fuerzas políticas ya no estaban a su favor y la votación es en contra de la aprobación de este pacto”, complementa la Directora del Programa de Estudios Europeos UdeC.

El premier británico David Lloyd George, el presidente del Consejo de Ministros italiano Vittorio Orlando, el premier francés Georges Clemenceau y el presidente Woodrow Wilson en 1919 | U.S. Signal Corps 

 

Ante ese escenario, la no presencia de Estados Unidos en la Sociedad de las Naciones claramente la dejó desprovista de un eslabón principal, que tras la Primera Guerra Mundial ya se vislumbraba como potencia hegemónica.

Si bien la Sociedad de las Naciones no cumplió su objetivo original, que era evitar otro conflicto de alcance planetario, “el espíritu de Wilson se mantiene tras la II Guerra Mundial, porque las negociaciones que van a dar vida a la ONU empiezan antes de que terminara el conflicto. Desde el año 1941, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) empiezan a pensar en lo que será el orden postconflicto, sentando las bases a través de la Carta del Atlántico y luego a través de una serie de conferencias internacionales hasta que se llega a la Conferencia de San Francisco, en virtud de la cual se firma la Carta de las Naciones Unidas y se da origen a la ONU”, finaliza la académica de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales UdeC.

La aparición del nazismo

Mientras en Ginebra se daban grandes pasos asociados al multilateralismo, a menos de 600 kilómetros de distancia, en la ciudad bávara de Múnich, un simple cambio de nomenclatura de un pequeño partido político iba a sentar las bases de lo que desembocaría justamente en lo que la Sociedad de las Naciones quería evitar: una segunda gran guerra.

El Partido Obrero Alemán, fundado un año antes, se pasó a llamar Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nsdap, por su sigla en alemán), tristemente célebre en el mundo por llevar a cabo una política racista y genocida. Ello, una vez que logró hacerse con el poder total de la nación europea en la década siguiente.

Así, lo que comenzó como el embrión de uno más de los tantos grupos políticos que vieron su nacimiento post Primera Guerra Mundial, fue transformándose en un colectivo con alta capacidad de movilización y convocatoria, que encontró en la Alemania castigada por el Tratado de Versalles su escenario ideal.

Membresía del partido hacia 1939 | Dominio público

 

Junto con ello se presentó el nuevo programa político del Nsdap, en el cual, mediante 25 puntos, se dejaba establecido su carácter antijudío y antiinmigrante, al señalar, por ejemplo, que serán considerados ciudadanos solo quienes por cuyas venas corra sangre alemana, además de un cuestionamiento frontal a los términos del Tratado de Versalles.

Pero ¿qué fue lo que llevó a su adhesión más allá de esto? El Dr. Manuel Baeza Rodríguez, de amplio conocimiento en el campo de los imaginarios sociales, ha tomado varias veces el ejemplo de la Alemania Nazi en sus estudios y cátedras. Estima que “hay una conexión muy importante, diría masiva, entre imaginarios sociales subyacentes en la sociedad alemana, que tienen que ver con esta especie de relación telúrica con el suelo alemán, con el hecho de responder a una épica fundacional de la nación alemana que uno lo encuentra a través de la mitología, que es muy básica, que tiene su tránsito por Escandinavia y que se recoge a través de las Valkirias, de Tristán e Isolda, a través de la música wagneriana, entre otras”.

“La conexión entre ese tipo de imaginario, que estaba latente en la sociedad alemana en un nivel ‘infraestructural’, ese ámbito de la creatividad, de la significación que los seres humanos damos necesariamente a las cosas; con una ideología, que funciona a nivel ‘superestructural’, porque ordena de alguna manera la sociedad, tiene que ver con una especie de modelación articulada de lo que debería ser, es lo que conlleva el apoyo popular”, agrega el sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales UdeC.

A su juicio, no hay una aclaración más convincente del porqué de la inmensa adhesión.

Lo que pasó después es historia conocida. Millones de muertos por una Segunda Guerra Mundial que puso en jaque a la humanidad y que terminó —en Europa— con la bandera soviética izada en el Reichstag alemán, después de que los germanos llegaran a controlar gran parte del Viejo Continente y exterminaran masivamente a personas inocentes en los campos de concentración.

Derechos y reivindicaciones femeninas

Si bien en algunos territorios el voto femenino era una realidad, el impacto mundial del sufragio de las mujeres en Estados Unidos no tuvo precedentes. Luego de una extensa lucha iniciada en 1848 con la Declaración de Seneca Falls, fue en 1920 que las mujeres —a excepción de las de raza negra— tuvieron derecho a votar a través de una enmienda constitucional.

Estampilla que celebra el 50º aniversario del voto femenino en EE.UU. | United States Postal Service

La Dra. Alejandra Brito Peña, historiadora y docente del Departamento de Sociología UdeC, contextualiza el hecho señalando que “fue un proceso largo de las mujeres de distintos lugares del mundo por avanzar en los derechos políticos y civiles a través de la obtención del derecho a voto. Lo primero es que hay que entender la aprobación definitiva del derecho a voto de las mujeres en Estados Unidos como una acción vinculada al término de la I Guerra Mundial, donde las mujeres fueron las que se transformaron en la mano de obra, asumieron los puestos de trabajo que los hombres dejaron porque eran reclutados para formar parte de los ejércitos”.

Lo anterior provocó que la visibilidad de las mujeres en el espacio público se hiciera mucho mayor. El presidente Wilson, cuando finalmente aprueba el derecho a voto, releva este tema e indica que se tiene a las mujeres de aliadas, por lo que no es posible seguir manteniéndolas marginadas de los procesos políticos.

Paradójicamente, continúa Brito, “la guerra, si bien permite que esto pueda llegar a buen término, también fue un argumento para retrasarlo, porque el proceso se estaba dando antes, habían llegado a ciertos acuerdos. Cuando Estados Unidos decide entrar a la guerra retrasa la decisión, aunque, una vez concluida, ya no tenía excusas para hacerlo”.

Cabe destacar que no fue un tranco sencillo, ya que hubo una campaña de los antisufragistas muy fuerte con el fin de evitar que se obtuviera la mayoría necesaria para que se aprobara el voto femenino, pero finalmente se llegó a buen puerto y las mujeres de Estados Unidos pudieron dar ese significativo paso.

Al otro lado del Atlántico, en El Vaticano, Benedicto XV ponía fin a una de las más llamativas historias, capaz de cruzar la Edad Media, Moderna y finalmente la Contemporánea. Juana de Arco, personaje clave en la recuperación de la grandeza de Francia, había muerto en la hoguera en 1431 acusada de herejía. Y casi 500 años después, era canonizada.

Juana de Arco, óleo sobre pergamino | Archivos Nacionales de Francia, s. XV

 

Cabe consignar que antes de la aparición de Juana de Arco en el ejército francés, la división gala y la amenaza de los ingleses conspiraba contra Francia, pero a partir de grandes victorias bajo su mando y con el mito creado luego de su muerte, un cuarto de siglo después, Carlos VII ostentaba orgulloso una Francia que había recobrado importancia.

En mayo de 1431, en la actual ciudad francesa de Ruan, Juana de Arco, bajo custodia inglesa y luego de muchos infructuosos intentos de escape, finalmente fue quemada viva. Posteriormente se convirtió en una figura mítica para el pueblo francés y se le retiraron los cargos que dieron origen a su muerte. Ya en 1909 fue beatificada por la iglesia Católica y en 1920 Benedicto XV la canonizó, en un fenómeno donde una figura pasa de ser quemada a declarada santa. Llamativo por decir lo menos.

La Dra. Brito, quien también se desempeña en el Departamento de Historia, cree que “estas figuras históricas femeninas son interesantes, porque desafían el orden establecido, lo que se supone la normalidad del deber ser de las mujeres. Esta muchacha joven tiene una revelación y, además, todo un tema de travestismo al vestirse de hombre para participar en la guerra y acudir a ese llamado de Dios a defender la cristiandad. Los objetivos que ella se planteaba, que eran compartidos por la gran mayoría de los Estados y las personas cristianas del momento, en ese minuto fue su transgresión como mujer más importante que su aporte al éxito o al triunfo de la cristiandad”.

En referencia al decreto mismo de canonización y el significado que ello conlleva, la académica manifiesta sus aprehensiones al considerar que “pedir disculpas después de cientos de años de hacer las cosas tendrá sus méritos para quienes lo creen, pero quizás tiene que ver con que entre esos años (1919-1920) muchos países dan el voto a las mujeres, hay un fervor que es relevante en torno al posicionamiento de las mujeres en la sociedad”, dando a entender que todo el proceso vivido se pudo deber a dicho contexto.

Desobediencia civil en India

Si hay un personaje de la historia que es motivo de admiración, ese es Mohandas Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi. Su lucha a través de la no violencia inspiró a millones de personas en el mundo, que veían cómo un pequeño hombre conducía a la liberación e independencia a la colonia británica más populosa de todas: India.

En 1920, el abogado que se educó en Londres llamó a la desobediencia civil, pero con un carácter pacifista, sin la lucha armada, ante el inmenso poderío del imperio británico, que siempre había empleado la violencia para someter a un pueblo empobrecido que personificaba a la perfección el abuso colonial en todas partes del globo.

Escultura de Gandhi en Bangalore | Moheen Reeyad

Según el Dr. Baeza, lo de Gandhi “es una innovación tremenda desde el punto de vista de lo que significa la lucha, en este caso, contra el colonialismo y la presencia británica en la India”, pero puntualiza en que “la no violencia no significa necesariamente una especie de actitud pasiva o pacifista, quizás la no violencia es tan vehemente como pudieran ser otras formas de respuesta política, lo que implica de alguna forma que tuviese una prueba de eficacia que fue replicada en otros países, que la tomaron como una manera muy activa en casos de dictadura, por ejemplo, para llevar a cabo la protesta y también la respuesta a esa violencia de los autoritarismos o totalitarismos en otros puntos del planeta”.

“El ejemplo de Gandhi implica enfrentar una especie de lógica de enfrentamiento en la cual la dominante histórica ha sido el peso de la violencia, oponer la no violencia es realmente intentar un paradigma que, sin lugar a duda, conlleva unos riesgos colosales, que van en los costos de las vidas de quienes lo utilizaron como lucha política”, finaliza el docente.

América Latina y Chile de principios de siglo

México se remecía con el magnicidio del presidente Venustiano Carranza, quien en su desesperada huida a Veracruz —desde donde pretendía gobernar, tal como lo había hecho años atrás— resultó asesinado en Tlaxcalantongo. En su legado dejó al país la Constitución de 1917, la que, obviamente con reformas, sigue rigiendo hasta hoy; en ella quedaron establecidos muchos de los derechos sociales que dieron origen a la Revolución mexicana, uno de los procesos más interesantes que transformó la vida de un país conservador hasta ese entonces.

Óleo de Carranza con los colores de México | Saed de los Santos

Dentro de este Revolución mexicana, que tuvo como enemigo común a Porfirio Díaz —quien gobernó por más de 30 años al país del norte—, Venustiano Carranza fue vital. Luego del exilio de Díaz y el ascenso de Francisco Madero, la irrupción de Victoriano Huerta hizo retroceder al movimiento revolucionario completo y los obligó a una unión temporal, donde las figuras casi mitológicas de Pancho Villa y Emiliano Zapata resultaron claves en la recuperación del control.

Carranza igual lo fue, pero su posicionamiento en el ala conservadora revolucionaria lo llevó a enfrentarse a sus exaliados. Ya como presidente de México, su antiguo escudero, Álvaro Obregón, con calculadoras maniobras políticas y militares, lo acorraló hasta que se produjo su asesinato el 21 de mayo. El año anterior ya había sido acribillado Emiliano Zapata, donde fue Carranza quien estuvo detrás, en lo que pone de manifiesto la inmensa trama de alianzas y sucesivas traiciones que caracterizaron esta época de México.

Así llegamos a Chile. 1920 marcó lo que fue la carrera como Presidente de la República de Arturo Alessandri Palma, el “León de Tarapacá”, un personaje que, con sus luces y sombras, es considerado uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XX en Chile. Con dos períodos presidenciales (1920-1925 y 1932-1938), Alessandri establece el fin del Régimen Parlamentario en Chile y se pone al frente de la nueva Constitución que llega a reemplazar a la de 1833.

La vuelta de un férreo presidencialismo y la separación Iglesia-Estado fueron algunas de las notas altas de la nueva Carta Magna, donde el Estado asumía un rol protagónico en el desarrollo del país a través de la protección al trabajo y la industria, principio que se mantuvo hasta el golpe de Estado de 1973. Además, a Alessandri le tocó enfrentar la llamada ‘cuestión social’, que se manifestaba en Chile desde 1880, reflejada en una pobreza extrema y condiciones de vida inhumanas de muchas personas que migraron desde el campo a la ciudad o hacia los centros mineros, los que no contaban con condiciones mínimas.

Arturo Alessandri (al fondo) junto a su perro Ulk y el ministro Gustavo Ross Santa María, a mediados de la década de 1930 | Memoria Chilena

Laura Benedetti Reiman, profesora del Departamento de Historia UdeC, explica que “el gobierno de Alessandri buscaba finalizar con la ‘cuestión social’, al conocer las problemáticas que afectaban a la ‘querida chusma’ y enfrentar la crisis institucional derivada del parlamentarismo”. Sin embargo, “estableció una relación conflictiva con el mundo obrero del salitre, ya que bajo su gobierno se desarrollaron las masacres de La Coruña y San Gregorio. Alessandri encarna una figura política que enfrentó la irrupción de los sectores populares en la discusión del espacio público y de la política, aplicando dos estrategias: la contención por la vía legal y la represión”.

No obstante, en su gestión se atendió una demanda importante en materia de habitación. El acceso a la vivienda era casi nulo por parte de los sectores populares, quienes se mantenían como ocupantes precarios o arrendatarios. “En 1906 se dictó la Ley de Habitaciones Obreras que buscaba la construcción de viviendas higiénicas y creaba juntas provinciales para visitar e inspeccionar los múltiples conventillos de las ciudades, ordenándose su reparación y también demolición cuando correspondiera a ser inhabitable”.

Lamentablemente esta política provocó un aumento en la demanda de arriendos, lo que se tradujo en un alto costo y prácticas arbitrarias, como lanzamientos y aumentos en el canon fijado, en un contexto de crisis económica permanentemente.

“Los arrendatarios formaron ligas en las ciudades del país, quienes protagonizaron huelgas o intervenciones que culminaron en la redacción del Decreto 261, conocido como la Ley de Vivienda. Sin embargo, el ideal de que el control de los valores de arriendo fuera controlado por el Estado y la creación de los Tribunales de Vivienda, no lograron mejorar la situación de los arrendatarios, evidenciándose con ellos el problema de la vivienda en Chile”, sentencia la Dra. Benedetti.

Etiquetas