Chile se ha consolidado como anfitrión de competencias internacionales de ajedrez, con eventos que trascienden lo deportivo y proyectan a nuestro país en la escena global del juego ciencia.

El reciente Campeonato Sudamericano Absoluto y Femenino 2025, realizado en Rancagua, fue una declaración de intenciones. Pero su éxito no se mide sólo en puntos de ELO (Sistema de clasificación mundial de ajedrez). El verdadero triunfo fue la impecable ejecución y la atmósfera de camaradería, impulsada por nuestra Federación.

La visita del presidente de FIDE América, José Carrillo Pujol, y la directora general de la FIDE, Dana Reizniece-Ozola realzó el cierre del torneo y refrendó la confianza en Chile como sede. Sus palabras de gratitud a la organización reflejaron el alto estándar alcanzado y el potencial de nuestro país para crecer en el ajedrez social y educativo.

Su presencia no fue un gesto protocolar, fue el reconocimiento explícito de que Chile es un socio serio, confiable y capaz de realizar eventos de clase mundial. Así, como Federación marcamos un hito histórico, con un eje estratégico descentralizador, lo cual nos permite liderar también el ajedrez terapéutico en la sociedad chilena.
Pero, ¿cuál es el secreto? No está en un manual de gestión. Está en el trabajo “invisible” y en el corazón humano que lo impulsa.

La organización comienza meses antes. Es un esfuerzo meticuloso y a menudo invisible: desde el diseño de la invitación y la creación de un logo, hasta la selección de un recinto digno para la élite continental. Son cientos de horas de logística, técnica y hospitalidad.

Sin embargo, lo que realmente hace que un evento de esta magnitud funcione no es la obligación, sino la energía del equipo. Aquí es donde el compromiso se transforma en algo más profundo: en amor.

Es el amor por el ajedrez, por el detalle, por recibir bien al visitante y cuidar al jugador local. Es la vocación de cada persona involucrada: desde el directorio, hasta el árbitro que revisa por décima vez los relojes, o el voluntario que acompaña a un jugador para que se sienta en casa. Es el equipo de nuestra Federación dando el alma hasta la madrugada para que todo esté impecable.

Esa entrega hace que el trabajo más arduo sea llevadero y la atmósfera, amable y profesional. Es ese tipo de amor colectivo que sabemos que quedará en nuestros corazones para toda la vida. Este equipo humano es nuestra verdadera fortaleza.

Gracias a ese esfuerzo, nuestros deportistas pueden medirse con la élite continental en casa, eliminando barreras y ganando experiencia. Y esa misma energía inspira a los niños que ven la alta competencia en su ciudad. Rancagua, validado por la FIDE, no es la meta; es la confirmación de nuestro estándar. Los próximos desafíos: consolidar a Chile como parada obligatoria, el 2026 con el Sudamericano de Menores y el 2027 con el Continental Absoluto.

El tablero está puesto. Hemos demostrado que, más allá de la logística y la estrategia, lo que realmente nos eleva es el profundo amor de un equipo capaz de ser anfitrión de clase mundial.

Adolfo Barrios Lara
Vicepresidente
Federación de Ajedrez de Chile