
Pedro Vera Castillo
Académico UdeC
Chile vive hoy un momento político incierto y preocupante. Ello es consecuencia de tres factores: 1) una joven generación que asumió el gobierno en una elección muy disputada, que contó con el respaldo decisivo de la democracia cristiana – aunque ésta no se incorporó al gobierno -, y que ha generado avances sociales importantes aunque con graves errores de gestión y con casos de corrupción de sus partidarios que han impedido apreciar los hitos más relevantes; 2) una oposición de las derechas que, desde el primer día, se ha opuesto a la gestión de este gobierno, principalmente por una odiosidad y un desprecio generacional, y, por supuesto, por la defensa de sus intereses, fomentando el desprecio hacia la figura presidencial y contribuyendo así a una polarización extrema de la vida política, siendo además actor decisivo en el incremento de la corrupción ya que la gran mayoría de los municipios investigados por estos delitos están en manos de alcaldes de su sector; y 3) la creciente influencia y crecimiento a nivel global de una derecha extrema que se plantea el retroceso en derechos sociales y en democracia y que se organiza y coordina internacionalmente con resultados cada vez más preocupantes, como vemos en gobiernos electos en EE.UU, Italia, Hungría y Argentina, por nombrar sólo algunos.
Estos factores se relacionan íntimamente cuando sabemos de la participación en esta internacional de la regresión social y democrática del candidato Kast de Republicanos y de su innegable liderazgo en nuestras derechas.
Así, la elección primaria de este 29 de junio adquiere una importancia decisiva y trascendente para el futuro próximo del país. Ya no se trata sólo de elegir al líder o la líderesa de un sector político determinado, sino que se estará eligiendo al candidato o candidata presidencial que pueda encabezar un gobierno de unidad y acuerdos para llevar adelante cambios civilizatorios y sociales pendientes y enfrentar los desafíos del futuro, derrotando a los candidatos de las derechas en la elección presidencial de fines de año.
Esta elección primaria que hoy día es legal y está controlada en todos sus aspectos por el SERVEL, al igual que el resto de las elecciones que se realizan en el país, pasa de ser la oportunidad que decidimos como país para permitir que los candidatos de un sector o pacto político tuvieran respaldo ciudadano y no sólo de sus partidos políticos, a un evento más amplio en que todos y todas quienes no son militantes de un partido político – o sea la inmensa mayoría de los ciudadanos – tienen la oportunidad de concurrir a votar para libremente resolver la pregunta decisiva para los próximos años de nuestro país: ¿Quién de los 4 aspirantes que estarán en la papeleta tiene la mejor preparación y experiencia política para ejercer el cargo de presidente(a) de la República y asegurar un liderazgo transversal, no sólo de la centroizquierda, sino que de los más amplios sectores que ven con preocupación y no desean que esas derechas extremas y populistas puedan ser gobierno?
Todos y todas tenemos la posibilidad de actuar ahora.