Opinión

Renato Vivaldi vuelve a Concepción

Por: Diario Concepción 28 de Noviembre 2023
Fotografía: Cedida

Rodrigo Pincheira Albrecht
Periodista

Italianos del norte en el sur de Chile. De ahí viene Renato Vivaldi Tesser. El viaje, el retorno y los inmigrantes han sido su destino. O su odisea. Ahora es el nostoi, el retorno del arquitecto penquista afincado en Roma desde 1983, donde ha realizado un magnífico trabajo en urbanismo y restauración arquitectónica.

Desde niño se sintió atraído por la música y aprendió a tocar flauta dulce y acordeón en el Colegio Alemán de Concepción, aunque comenzó a juntar sonidos, melodías y ritmos entre lo popular y lo clásico. De Caruso a Lucho Gatica, algo de bossa nova, aunque muy pronto lo seducirían Los Beatles. Comenzaba “el bacilón”, una de sus palabras favoritas, que continuó con tempranas incursiones rockeras junto a Jordi Santamaría, el padre del rock penquista. Sin embargo, su vocación estaba en la Arquitectura. Partió a Valparaíso y llegó a un territorio asombroso. En la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile habitaban miradas libres, en búsqueda, juego y experimento. Ahí se hizo cómplice de Alquinta y Mutis de Los Jaivas, del Gitano Rodríguez, Payo Grondona o Los Bossa 4. Allí también escuchará a Carlos Alberto Cruz, forjador de la Ciudad Abierta, y a Pablo Mondragón, su profesor y maestro.

La barba, el pelo largo y la flauta traversa desencadenaron la imaginación de su amigo “El Grillo” Mujica quien lo bautizó para siempre como “Fauno”. En la Escuela de Música de la Universidad Católica del puerto conoció a Tilo González, baterista y fundador de Congreso, quien lo invitó a tocar con el grupo porque le interesaba el sonido de la flauta traversa. Renato grabó los discos Terra Incógnita (1975) y El disco café (1977) tocando flauta traversa, tarka y rondador. De esa experiencia, Vivaldi comentó que, como dijera Violeta Parra, “daba más vida a la vida”.

Luego, otro viaje. Chiloé. En 1976 partió a Castro donde junto a genial Edward Rojas, premio nacional de arquitectura, el historiador Gustavo Boldrini y el antropólogo Mauricio Merino, formaron el Taller Puerta Azul. Bajo ese manto mágico reinterpretaron en clave contemporánea las arquitecturas locales en madera, aquel de los palafitos, las iglesias y toda la arquitectura civil. Rescate de ese patrimonio que la dictadura quería demoler. La ética y estética del Taller Puerta Azul abrió un camino de una manera de entender la arquitectura. Ideario reconocido por su aporte a la teoría y práctica de la disciplina.

Pero aún quedaba otro destino: Roma. Desde 1983 que vive y trabaja en la Ciudad Eterna realizando interesantes trabajos de restauración patrimonial en Europa, Chile, China y Ecuador. Renato Vivaldi vuelve esta semana a Concepción después de 15 años. Participará como docente en el Diplomado Metodologías Colaborativas para Proyectos Patrimoniales con Enfoque Crítico dictado por la OTEC Cultura y Territorio.

Bienvenuto Renato “Fauno” Vivaldi. Te esperan el viejo sonido de tu acordeón Hohner, las curvas sicodélicas del camino a Bulnes y el eterno bacilón penquista.

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