PEDRO VERA CASTILLO
Delegado Junta Nacional DC
Nuevamente, el expresidente Frei, militante de la Democracia Cristiana, ha optado por expresar públicamente una opinión distinta a la acordada por su partido en materia constitucional. Esto confirma, una vez más, la desafección creciente de Frei con los postulados, principios y propuestas de su partido. Desde luego, observación no menor, no hace referencias al humanismo cristiano que es el fundamento de nuestra acción política. Vale la pena, contestar de inmediato las acusaciones de intolerancia que el mismo levanta para cuestionar cualquier crítica. De acuerdo con nuestros estatutos: los militantes “se obligan a entender el mundo desde esta visión (el humanismo cristiano) y actuar en consecuencia, adhiriendo, profesando y promoviendo los principios antes señalados, y a respetar la estructura, organización y estatutos del Partido Demócrata Cristiano”. Y se agrega: “actuar en conformidad con los principios, estatutos, reglamentos internos, acuerdos e instrucciones de los órganos directivos del partido…”
Tampoco está en discusión la libertad de conciencia. Ella no necesita ser establecida ni defendida, existe como un derecho humano esencial que cada persona puede ejercer en el secreto de la urna, justamente cuando está a solas con su conciencia.
Lo que claramente queda excluido para un militante, es la libertad de opinión y la libertad de acción cuando ellas contradicen los acuerdos del partido adoptados válidamente, en este caso por una mayoría del 92% en nuestra reciente Junta Nacional.
Hay que poner atención en las inexplicables contradicciones de Frei.
En su declaración del 8 de julio de 2022 (anterior proceso), Frei señaló: “siempre he sostenido la necesidad de que Chile tenga una nueva Constitución, que sea más democrática, justa e inclusiva…”. Y destacó, entre los elementos positivos de esa propuesta: “Me refiero al tránsito hacia un Estado Social y Democrático de derechos, a la ampliación de los derechos sociales, al reconocimiento de los pueblos originarios y la multiculturalidad, a los derechos de las minorías sexuales, a la supresión de las leyes supra mayoritarias, y a la definición de nuevas formas de participación. En lo económico respaldo el fin del Estado subsidiario. Y ciertamente, valoro el fortalecimiento de los derechos de la mujer, la preocupación más profunda por el cambio climático, y la aparición de otros derechos, particularmente aquellos asociados a las nuevas tecnologías.” ¡ Justamente las razones de porque su partido llamó a aprobar en esa oportunidad!
El Frei de hoy, en cambio, inexplicablemente nos urge y señala: “Chile debe terminar con la incertidumbre y la inseguridad social y jurídica que menoscaban la calidad de vida de los chilenos y que limitan las inversiones en un momento en que el país las requiere con urgencia”. Y asume Frei que todo esto se logrará con el triunfo de la opción A FAVOR que él hace suya.
¡La Junta Nacional de la DC fue clara en reconocer que no existe el ambiente social y político para iniciar un nuevo proceso constituyente! ¡La mayor parte de las fuerzas progresistas ha señalado lo mismo!
Lo que no se le puede pedir a los demócrata cristianos, es que renunciemos a nuestra aspiración de que, en algún momento de nuestra historia futura, será necesario construir con la ciudadanía una constitución que – en las palabras del propio Frei – “sea más democrática, justa e inclusiva…y que ponga fin al modelo neoliberal del estado subsidiario”.
Nada de eso será posible con el actual proyecto constitucional, por eso vamos a votar EN CONTRA.
Y queda, además, en evidencia que Eduardo Frei – por contradicciones personales – hace mucho tiempo que dejó de pensar como sus camaradas.