Dr. Francisco Gatica Neira
Economista Observatorio Corbiobío
Académico UBB

Las estimaciones del Banco Central (IPOM, septiembre 2023) nos plantean que el próximo año nuestro país puede crecer a una tasa del 1,5% al 2% del PIB, lo que constituye un escenario mejor que el actual. Todavía estamos viviendo los últimos ajustes económicos pospandemia, junto con el complejo escenario internacional (conflictos bélicos, menor crecimiento de mercados internacionales y ajustes en las tasas de interés de otros países). En esta línea, nuestra Región presenta una tasa de desocupación del 8,6%, evidenciando un incremento comparado con igual mes del año pasado. Pese a que las personas ocupadas crecen en un 0.8%, la economía regional aún no logra crecer con la vitalidad necesaria como para cubrir el aumento de la fuerza laboral del 2.4% (INE Biobío, 29 de septiembre de 2023).

En este contexto, llama la atención que el 26% de las personas ocupadas en la Región del Biobío estén en la condición de la informalidad, vale decir, son trabajadores que no pagan salud, ni previsión, y probablemente estarán en el futuro en una condición de mayor vulnerabilidad. Este porcentaje no se aleja mucho del promedio nacional, donde la tasa de informalidad es del 27.2% (INE Nacional, 2 de agosto de 2023).

Son las mujeres las que presentan una mayor informalidad, ubicándose 5.3 puntos porcentuales en relación a los hombres (INE Biobío, 8 de noviembre).

La informalidad ha crecido más rápido en las mujeres. Por otro lado, si se analiza por tramo de edad, el segmento que más explica la informalidad son aquellos que tienen 65 años o más. Sin embargo, preocupa que el grupo etario de 55 – 64 años haya crecido un 18.3% y el segmento de jóvenes de 15-24 años tenga un aumento de 18.9%.

Resulta fundamental comenzar a estudiar este fenómeno. Podemos tener un grupo de trabajadores y trabajadoras que estén en la informalidad de manera “transitoria”, explicada por la pérdida del empleo formal en un periodo acotado, volviendo en un mediano plazo a la formalidad. Pero también podemos tener otro grupo de ocupados informales “permanentes”, explicado por personas donde su condición es de largo aliento y que pueden estar distribuidos en aquellos y aquellas que: se cansaron de buscar empleo formal, son asalariados privados (frecuentes en micro y pequeñas empresas), son trabajadores por cuenta propia o son los que optaron por emprender, entre otros grupos.

Para cada uno de estos segmentos debemos tener políticas regionales específicas, que reconozcan las heterogeneidades de este grupo laboral.

En situaciones de menor crecimiento económico suele haber un aumento de la informalidad. Pero, en el contexto de una recuperación económica deberíamos esperar que este porcentaje de ocupados informales vaya disminuyendo progresivamente. La correcta estimulación de la inversión pública y privada regional, sumado a un importante esfuerzo en recalificación de competencias, en especial en la población adulta media (40-65 años) en temáticas como la digitalización, junto con la necesaria diversificación de nuestra matriz productiva a partir de la innovación, deberían generar que la cantidad y la calidad de la contratación mejore significativamente, de manera tal que la Región del Biobío pueda tener más y mejores empleos para sus habitantes.