SERGIO SEPÚLVEDA
Magister en Historia- Integrante CEE UdeC
Este mes ha sido intenso en cuanto a cumbres de jefes de estado, recordemos que hace algunos días se desarrolló después de varios años una nueva versión de la cumbre UE-CELAC, en donde nuestro flamante mandatario tuvo una interesante participación.
Por otra parte, recientemente se ha desarrollado una cumbre no menos llamativa que es la II cumbre Rusia – África, que se realizó en San Petersburgo, Rusia, entre el 27 y 28 de julio.
Esta cumbre es la continuación de otra que se desarrolló en la ciudad rusa de Sochi el 2019 y cuyo contexto fue muy diferente al actual, pero con el mismo interés por parte de los rusos que es aumentar su presencia e influencia en el continente africano. La relación de los rusos con los africanos no es nueva, data de los tiempos de la guerra fría, donde los soviéticos apoyaron la causa de la descolonización por un lado, y por otro sustentaron la llegada de regímenes marxistas en Etiopia, Angola y Mozambique por nombrar algunos; sumado a esto, el importante negocio de las armas con misiones militares en el Egipto de Sadat y así mismo fueron generosos con ayudas para apoyar a algunos de estos Estados que formaron parte del llamado Tercer Mundo para contar con sus votos en las instancias de Naciones Unidas.
Después del colapso del comunismo soviético y el fin de la URSS en 1991, cayó la influencia de los rusos y por ende, varios de los regímenes que contaban con su ayuda, se debilitaron y surgieron entonces otras potencias que llenaron ese lugar en búsqueda de los recursos.
Tales como los chinos e indios con el uso del poder blando, se pudieron arrimar a los diversos regímenes africanos existentes. Es por ello que los rusos, después de muchos años están buscado recobrar la influencia en esta zona, inicialmente con el arribo de Wagner a Libia, Republica Centro Africana, Burkina Faso, Sudan, Mali y hoy en Níger, junto con la generación de las cumbres y el refuerzo diplomático.
Esta reunión buscó alinear a los países africanos, que actualmente están divididos por la cuestión ucraniana y el interés por los fertilizantes y granos que necesitan, y también posicionar a Putin y romper el aislamiento que le ha puesto Occidente, siendo esta relación una de carácter netamente de conveniencia, tanto de los africanos en búsqueda de nuevos patrocinadores, como de los rusos para ampliar su esfera de influencia en este intrigante continente.