Opinión

El poeta que vino del norte

Por: Diario Concepción 27 de Mayo 2023
Fotografía: Cedida

FROILÁN RAMOS RODRÍGUEZ
Jefe de Carrera de Licenciatura en Historia UCSC

Las actas fundacionales de la Universidad de Concepción (1917-1937) registran un nombre recurrente como secretario, Félix Armando Núñez. Aquel hombre, que modestamente redactó de su puño y letra las actas de la novel institución, permaneció parte importante de su vida intelectual en la ciudad penquista; enseñó y escribió en ella, contribuyó a formar jóvenes, y legó poemarios. Pero ¿quién fue verdaderamente este caballero que vino del norte?

Félix Armando Núñez Beauperthuy nació en Boquerón de Maturín, oriente de Venezuela, en 1897. Muy joven, con apenas 17 años, fue becado por el Estado chileno para estudiar en la Escuela Normal José Abelardo Núñez de Santiago en 1914, de la que egresó como Profesor Normalista en 1915. Luego se formó en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, recibiéndose de Profesor de Castellano en 1919.

En Concepción, Núñez desarrolló una intensa labor docente, como profesor de educación media en el Liceo de Hombres de Concepción desde 1921, y que se extendió por casi dos décadas. Paralelamente, Núñez hizo carrera en la Universidad de Concepción, primero como Prosecretario General desde 1922, y luego como profesor desde 1931. En la institución penquista, el académico venezolano ejerció de secretario general de la Universidad, entre 1935 y 1945, y decano de la Facultad de Filosofía y Educación hasta 1947. Más tarde, continuó su trabajo docente en Santiago, desempeñándose en varias instituciones de educación superior y media, y, finalmente, fallecería en esta ciudad en 1972.

Igualmente, Núñez se convirtió en poeta por esfuerzo propio, tal como lo demuestran una interesante colección de libros de poesía, todavía a la espera un estudio académico crítico y riguroso. Como escritor, Núñez publicó La voz íntima en 1919, Luna de otoño en 1919, El corazón abierto en 1922, Canciones de todos los tiempos en 1943, Moradas imprevistas en 1945, El poema de la tarde en 1952, Poema filial en 1953, y Fastos del espíritu ensayos y discursos) en 1954. Su obra escrita lo hizo merecedor del Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1952, y por su aporte cultural recibió la Orden Bernardo O’Higgins de Chile.

En suma, Núñez vivió cerca de veintiséis años en Concepción, entre 1921 y 1947, de ellos dedicó veinticinco a la UdeC. En este particular, se debe considerar el contexto en que llego Núñez a la capital penquista, en la que la universidad apenas tenía dos años de fundada, por lo que su trabajo recobra mayor valor, y abarcó la gestión, la academia, la labor intelectual, y las colaboraciones en la revista Atenea, de la que también fue miembro de su consejo editorial. Así, el joven profesor arribó a la ciudad con 24 años, y se marchó a la edad de 50, ya convertido en un experimentado escritor y académico de universidad. Sus años dedicados a la urbe penquista fueron, como el mismo maestro venezolano pronunció en su discurso con motivo del 23º aniversario de la UdeC, en agosto de 1942, la Ciudad y la Universidad.

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