Hay un consenso en la comunidad científica, desde diferentes disciplinas que estudian las vejeces y el envejecimiento, en que, si bien hay criterios propios que definen en cada cultura y sociedad lo que constituye un “buen envejecer”, hay un criterio clave universal: que envejecer bien significa necesariamente, lograr un balance entre las pérdidas y ganancias propias de la vejez.
Dra. Carola Salazar Norambuena
Académica e investigadora OES-UCSC
La discusión sobre los elementos clave en un buen envejecer, han sido parte de la discusión de la comunidad en general, y de la ciencia, desde hace muchos años. Hay un consenso en la comunidad científica, desde diferentes disciplinas que estudian las vejeces y el envejecimiento, en que, si bien hay criterios propios que definen en cada cultura y sociedad lo que constituye un “buen envejecer”, hay un criterio clave universal: que envejecer bien significa necesariamente, lograr un balance entre las pérdidas y ganancias propias de la vejez.
Sin embargo, la discusión sobre cómo se alcanza ese balance está aún sin resolver desde la ciencia. El debate más controversial de este tema, partió en 1987, cuando el psicólogo alemán Paul Baltes propuso que habían 3 aspectos claves para un “envejecer exitoso” (successful aging en inglés). Los tres aspectos eran: ausencia de enfermedad, óptima salud física y cognitiva; y compromiso con la vida. Pero, el envejecimiento exitoso sólo se lograría, si los tres aspectos se intersectaban entre sí. ¿Qué pasaba si alguien no cumplía alguno?
Por supuesto que esa mirada fue controversial, porque hay muchas personas, que por diferentes motivos no pueden cumplir los tres aspectos en su totalidad, quedando como “personas no exitosas”. Desde entonces han surgido varios modelos, que se supone, buscan ser diferentes: así nació el envejecimiento activo, noción que cae en lo mismo que el modelo predecesor: pone demasiado énfasis en la actividad física (de ahí la palabra activo), cuando la evidencia demuestra que no todas las personas mayores pueden realizar actividad física: entonces nuevamente, excluye a quienes no lo logran.
Así han surgido muchos modelos como el envejecimiento saludable y productivo que cometen el mismo error: poner demasiado énfasis en la autonomía de las personas mayores, a través de un modelo impuesto, que busca homogenizar la experiencia de la vejez. Si bien hay aspectos universales que constituyen un buen envejecer, como satisfacer las necesidades básicas de un ser humano, hay otros aspectos que son diversos, porque dependen del contexto sociocultural y territorial de cada persona. Por esta razón, desde la gerontología, se habla de vejeces, en plural: es una forma de reconocer, de que no existe una sola forma de vivir la vejez que sea válida o la “correcta”.
Finalmente, lo que determina un buen envejecer, es una mezcolanza de factores, que dependen del contexto de cada persona; sin embargo, lo que importa es que como miembros activos de una sociedad, podamos contribuir a crear ambientes inclusivos y dignos, para que las personas mayores puedan envejecer de la manera que ellas quieran.