Opinión

Críspulo Gándara

Por: Diario Concepción 12 de Junio 2022
Fotografía: Cedida

Si tenemos que hablar de un payador chileno de la más alta calidad artística, la figura de Críspulo Gándara salta a la conversación en cualquier círculo en que se trate el tema. Críspulo llega a este mundo en 1883, siendo el mayor de 12 hermanos y cuyo padre era un obrero de escasos recursos. Como toda familia modesta de la época, el hermano mayor, apenas tuvo edad para trabajar salió a ganar algún dinero para apoyar a la familia. Trabajó como ayudante aprendiz de ojalatero, profesión que aprendió y ejerció hasta su muerte, alternándola con la música.

Desde muy joven, Críspulo cultivó su amor por la música y su capacidad para la paya picaresca, la que, sin llegar a lo grosero, embellecía las notas musicales. No había fiesta en que no estuviera presente el joven artista, y como el mismo decía “las más de las veces impagas”. Todos quienes lo oían cantar y tocar la guitarra le aconsejaban trasladarse a Santiago para mostrar su novedoso trabajo de guitarra y paya. Recordemos que, por aquel entonces, la mayoría de la música envasada venía desde Estados Unidos y Argentina, países que contaban con sellos grabadores. Trasladado a Santiago, muy pronto creó sbu propio conjunto “Los Huasos de Pichidegua” y “Los Trovadores de Arauco”, siendo estos los grupos más importantes que organizara y dirigiera Críspulo Gándara, y que trascendieron los estudios de grabación, con los cuales paseó su música por todo Chile y gran parte de América del Sur.

Hacia 1932, el sello Odeón comenzó a grabar discos en Chile y los grupos de Gándara fueron los primeros en su género en pisar un estudio de grabación. La picardía de la paya de Gándara cautivó a la audiencia chilena, donde las primeras emisiones de radio comenzaban a tener lugar en el país, abriéndose un nicho musical inexistente por aquel tiempo en la música folclórica, pero de larga tradición en el campo chileno. Críspulo se inspiró en los diversos aspectos del acontecer cotidiano del país, e hizo verso a cuanto acontecimiento de importancia o personaje resonara, entre ellos el vals dedicado a la tragedia del hundimiento del “Angamos”, disco que tuvo tal éxito, que los estudios Odeón le obsequiaron a Gándara un automóvil de lujo como premio a su trabajo. Junto con su popularidad, le llegó también el desahogo económico, el que derrochaba a manos llenas en su generosa bohemia.

Sus mejores épocas fueron aquellas en que competía en los años treinta con grupos como “Los Quincheros”, “Los Provincianos” y “Los Cuatro Huasos”, se puede decir, que era lo mejor de Chile a finales de la década de 1940. En 1945, Críspulo Gándara, regresó a Concepción, y emprendió una serie de negocios con los cuales mantuvo una precaria vida. Hacia 1971, el Congreso Nacional premió al artista, otorgándole una pensión de gracia para que viviera, pensión que nunca llegó a recibir, pues el diario anunciaba el 5 de julio de ese mismo año la muerte del más auténtico payador chileno.

Recordadas son en Concepción las intervenciones que tuvo Críspulo Gándara con otro grande del folclore penquista, el “Huaso Puente”, cuyos contrapuntos eran muy celebrados por la concurrencia, por lo bello y chispeante de los versos que salían al momento de la inspiración de estos dos grandes artistas y forjadores de la paya local.

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Investigador Histórico

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