Opinión

Dar un paso atrás para dar dos pasos hacia adelante

Estamos ante una propuesta que supera el Estado subsidiario, que fortalece el rol del Estado y permite construir una democracia mas receptiva a los problemas del Chile actual y futuro, innovando en materias que serán un ejemplo a nivel mundial, como es la paridad.

Por: Diario Concepción 27 de Mayo 2022
Fotografía: Cedida

María Victoria Ulloa Becerra
Abogada. Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica.

La semana pasada el medio estadounidense Boomberg sorprendió a la opinión pública con el titular: “Caótica convención en Chile logra una Constitución razonable”. Así, progresivamente, este y otros titulares han opacado las “fake news” que habían saturado las redes sociales hasta ahora. En ocasiones, una mirada que observa el panorama desde afuera nos permite recordar las razones que nos llevaron hasta aquí, y atender un punto esencial: ¿El borrador que se nos presenta hasta hoy permite canalizar las demandas sociales que dieron origen al proceso constituyente?
Es importante recordar que este proceso no solo es una respuesta ante la crisis social ocurrida en octubre de 2019, sino el desborde de más de dos décadas de movilizaciones sociales desatendidas por la institucionalidad instaurada en dictadura por la Constitución del 80. La noticia internacional, que reúne expertos constitucionales, destaca la capacidad de la Convención de alcanzar acuerdos e identifica que el borrador de la Nueva Constitución se hace cargo de las demandas sobre derechos sociales, la descentralización del poder, una mayor protección ambiental y la creación de una democracia más participativa, todo esto sin destrozar la economía de libre mercado.
En efecto, estamos ante una propuesta que supera el Estado subsidiario, que fortalece el rol del Estado y permite construir una democracia mas receptiva a los problemas del Chile actual y futuro, innovando en materias que serán un ejemplo a nivel mundial, como es la paridad.
La interrogante es compleja porque una Constitución no garantiza necesariamente la solución de los problemas sociales, sin embargo, permite trazar una ruta con una dirección clara. Sin duda esto implica un desafío en materia de implementación, a lo cual la Convención se encuentra avocada actualmente a través de la comisión de normas transitorias. Ello no termina aquí, pero aspiramos que la primera Constitución chilena nacida de un proceso democrático nos permita superar la crisis de legitimidad y haga surgir una democracia fortalecida que esté a la altura de aquellos retos.

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