Opinión

Agresiones en los Oscar

Los hechos ocurridos en la reciente ceremonia de entrega de los premios de la academia de las artes y ciencias cinematográficas nos permiten reflexionar en torno a varias de las situaciones que reflejan cómo opera la violencia en el sistema patriarcal y la manera en que las sociedades reaccionan.

Por: Diario Concepción 13 de Abril 2022
Fotografía: Cedida

Héctor Abarca D.
Académico Departamento Ciencias Sociales, UCSC.

Los hechos ocurridos en la reciente ceremonia de entrega de los premios de la academia de las artes y ciencias cinematográficas nos permiten reflexionar en torno a varias de las situaciones que reflejan cómo opera la violencia en el sistema patriarcal y la manera en que las sociedades reaccionan.

En primer término, la condena social al humor agresivo de Chris Rock demuestra que hay cada vez mayor conciencia para no dejar en la impunidad las descalificaciones que se derivan de ciertas concepciones sobre la belleza femenina y de las cuales se desprenden estándares que, supuestamente, todas las mujeres deben cumplir. Tal como lo indicara Ester Pineda, doctora en Ciencias Sociales, respecto al conductor de la ceremonia: “recurrió una vez más al anacrónico recurso de la ‘comedia’ para burlarse del físico de las personas y ejerció violencia estética frente a cientos de colegas y millones de espectadores”.

De la misma forma, el repudio a la conducta violenta del actor Will Smith también es un signo que evidencia el hecho de que hay cada vez menor tolerancia social frente a este tipo de agresiones, protagonizadas generalmente por varones. Lo anterior también nos lleva a preguntarnos el por qué de la conducta del actor, lo que – entre otras cosas – se explica por la nula o escasa preparación que tenemos los hombres para gestionar nuestras emociones frente a un conflicto. Esto lo resaltan desde el equipo de la plataforma Ilusión Viril (www.ilusionviril.org) al señalar que este hecho “refleja el problema de raíz de la violencia: las masculinidades se validan y reafirman agrediendo a otrxs”. Probablemente, la mayoría de los varones – me incluyo por supuesto – crecimos y nos socializamos con la idea de que los golpes generan respeto y que la violencia es legítima, ya que al usarla supuestamente se resuelven (o se terminan) los conflictos rápidamente.

Por último, y quizás lo menos evidente, es que la mayor cobertura de esta situación fue puesta en la conducta de los dos varones en cuestión, y muy poco se ha dicho de la real afectada por todo esto. Una vez más, e independiente de las razones, la noticia se centra en los hombres y la mujer queda en segundo plano. La condición de salud de Jada Pinkett, sin duda, merece respeto y el hecho de que sea una figura del espectáculo no le da derecho a nadie para transformarla en objeto de burlas.

Pero, a su vez, nos recuerda la creencia masculina de que las mujeres deben ser defendidas por nosotros (incluso a los golpes), como si una historia de movilizaciones feministas y de conquistas de derechos no fueran suficientes para hacernos entender que ellas no son de nuestra propiedad, y más aún, se bastan a sí mismas para defenderse y conducir sus proyectos de vida.

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