Planteándose desde una perspectiva “decolonial”, el mural universitario donado por la república mexicana sería una imagen de la presencia de la conquista de América.
Javier Ramírez Hinrichsen
Historiador del Arte. Académico, Departamento de Artes Plásticas
Director, Magíster en Arte y Patrimonio Jefe, Unidad de Patrimonio – Vrim
Universidad de Concepción.
El libro “La Conquista de América: el problema del otro” (La conquête de l”Amérique: La question de l”autre, 1982) de Tzvetan Todorov (historiador y teórico búlgaro-francés) plantea la cuestión del Yo y del Otro, del Pasado y del Presente, de la identidad de nuestro continente. Es decir, una forma de pensar el Nosotros desde los fenómenos pasados (descubrimiento, conquista, etc.). Claro está que la propuesta de Todorov no es una definición absoluta, sino una lectura posible. Esto nos lleva a un hecho que ha marcado la historia de Latinoamérica de los últimos 500 años: la caída de Tenochtitlan, capital de Imperio Mexica, un 1521 (13 de agosto), situación que está siendo abordado por distintos sectores de la sociedad mexicana en el presente año.
Por otro lado, un 10 de septiembre, pero de 1965, en la actual Casa del Arte José Clemente Orozco de la Universidad de Concepción se inauguraba el mural “Presencia de América Latina”, del pintor mexicano Jorge González Camarena.
“La Presencia de la Conquista de América”, no es un juego de palabras; más bien, es una pregunta: ¿Cuál es la presencia de lo americano en la actualidad? y, ¿cuánto de presencia tiene la “conquista” de nuestra América en la actualidad?
En relación a ello, el mural de González Camarena no debe ser interpretado como mera alegoría. Al contrario, es una lectura del Yo y del Otro, pero también del Nosotros. Tampoco es mero paisaje, sino territorio. Tal como ocurría en plena época de la post Revolución Cubana en Latinoamérica (década de los 60), hoy nos encontramos, tanto a nivel continental como en Chile, en un punto de inflexión de repensarnos política, social, cultural y económicamente. Con esto me refiero a la cuestión de lo “Plurinacional”, como se ha estado discutiendo en la Convención Constitucional.
Planteándose desde una perspectiva “decolonial”, el mural universitario donado por la república mexicana sería una imagen de la presencia de la conquista de América. Insisto, no como mera ilustración, sino como la vigencia en nuestra memoria colectiva de las lógicas de poder que han sido sustancia en Latinoamérica desde la colonia hasta el presente siglo. La historia del arte latinoamericano, bajo la premisa del muralista mexicano, seguiría siendo una tensión entre Arte y Política, que va más allá de cualquier “estilo”, “discurso”, etc., que se instala a través del poder de las imágenes, como la apología de una conquista. Donde, todavía, solo habrían vencidos.