En experiencias como las de Medellín, Silicón Valley, Boston, Shanghái o Tel Aviv, entre otros han sido los territorios como ecosistemas colaborativos para la innovación, el desarrollo y la inventiva y desde la iniciativa local los que han logrado con base territorial constituirse en referentes de innovación para la competitividad.
Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha.
La reciente elección de Gobernadores Regionales y el proceso constituyente ofrecen un contexto favorable para la descentralización política, administrativa y fiscal para dotar a las regiones y los órganos subnacionales descentralizados del Estado de una mayor autonomía. Sin embargo, al aproximarnos al debate descentralizador resulta fundamental superar aquellas pulsiones que podrían poner a la descentralización en un plano emocional, reivindicatorio o emancipador desde un cierto provincianismo que ha acumulado legitimo resentimiento. Para poder asimilar la descentralización y la modernización del Estado como factores determinantes del desarrollo y de uno humano, integral, inclusivo, sostenible y cohesivo para el reencuentro la paz y la prosperidad de un Chile que debe pactar un camino viable al desarrollo.
Abordaré en una breve saga de columnas la descentralización como factor estratégico del desarrollo y en esta entrega me referiré al informe de competitividad que nos ha golpeado en los últimos días. El ranking elaborado por el IMD de Suiza y la Universidad de Chile sobre Competitividad Global dejó a Chile en el lugar 44 de 64, el más bajo en su historia. El informe mide desempeño económico, eficiencia gobierno, eficiencia negocios e infraestructura. El Ranking de Competitividad Global se basa en una serie de variables, entre ellas 163 datos estadísticos obtenidos de instituciones mundiales, regionales y locales. Si bien el ultimo ranking del Foro Económico Mundial publicado en diciembre de 2020, en una edición pandémica especial y más reducida, Chile obtiene resultados más alentadores, lugar 25 de 37 países, ubicándose en la media de los 37 países medidos, la mayoría avanzados, en tres de las once categorías, donde su mejor posición la logró en Infraestructura sanitaria (puesto 16), el peor en Inversión e incentivos a I+D, con el lugar 32. Cabe destacar ambos informes advierten la necesidad de poner prioridad a las políticas de I+D+i.
En experiencias como las de Medellín, Silicón Valley, Boston, Shanghái o Tel Aviv, entre otros han sido los territorios como ecosistemas colaborativos para la innovación, el desarrollo y la inventiva y desde la iniciativa local los que han logrado con base territorial constituirse en referentes de innovación para la competitividad.
Desde ahí que recuperar competitividad global si bien requiere de cuidar la democracia, la paz y desarrollar y fortalecer nuestra institucionalidad, responsabilidad fiscal, estabilidad macroeconómica y control inflacionario, materias en que en general Chile centralizadamente ha respondido adecuadamente al menos hasta 2019. Resulta preciso avanzar hacia una gobernanza descentralizada en los territorios para el fortalecimiento de la colaboración público, privada, academia y sociedad civil, para ofrecer respuesta al reto de la I+D+i.
El capital social de la región y las posibilidades de desarrollar alianzas estratégicas, la ponen en un sitial privilegiado para desarrollar ecosistemas colaborativos, desde el aporte del GORE y su nueva institucionalidad, sus universidades como la UdeC y la comunidad pueden elevar a Biobío como un referente para Chile y el Mundo desde el territorio que va al paso de los nuevos paradigmas de Innovación y competitividad, para constituirse en un laboratorio del bien estar y progreso.