Opinión

La República en sus laberintos

Con algunas interrupciones, como la reconquista, la sucesión de golpes de Estado de 1924 a finales del 32 y el gobierno militar de 1973 al 90, exhibimos una historia de evolución de una democracia republicana que bien cabe nos llene de orgullo.

Por: Diario Concepción 07 de Mayo 2021
Fotografía: Diario Concepción

AUGUSTO PARRA AHUMADA
Presidente Fundación República en Marcha.

Con orgullo podemos afirmar que Chile junto a sus hermanas naciones latinoamericanas escogieron emanciparse, a comienzos del siglo XIX, y transitar hacia la libertad desde la forma de organización más civilizada y compatible con los ideales ilustrados conducentes al progreso y el reconocimiento de la dignidad humana. Y en un marco jurídico e institucional inspirado en nobles anhelos que movilizaron e inspiraron a la revolución francesa de libertad, igualdad y fraternidad como una República Democrática.

La República es mucho más que una mera forma de gobierno o de organizar el Estado. No solo entraña un mandato ciudadano y soberano que se otorga por un periodo de tiempo y limita el Poder de quien gobierna; no solo se trata de un parlamento elegido democráticamente; no solo implica la separación de los Poderes del Estado ni solo se fundamenta en el imperio de la Ley y el Estado de derecho. Entraña el carácter de la nación como una que reconoce la dignidad del ser humano, lo iguala ante la Ley, el Derecho y ante la democracia, a partir de la promoción de un conjunto de derechos civiles y políticos. Aspira al pluralismo y la inclusión plena en el reconocimiento de cada ciudadano, como parte de un proyecto colectivo que guía sus pasos hacia el bien común y el progreso.

Podemos distinguir, a partir de las formas de organización del régimen político y asociadas a las principales constituciones, a lo menos cuatro periodos y, desde el punto de vista del sistema político, según Pablo Ruiz-Tagle, cinco asociadas a las formas en que se reconocen los derechos de la ciudadanía, las estructuras de poder del Estado y las narrativas predominantes. Una primera en que las distintas visiones convergen en el período de afianzamiento y consolidación de la República y sus instituciones que va de 1810 a la constitución de 1825 y algunos análisis extienden hasta los años 30; una segunda que podría extenderse hasta el 1861 marcada por la preminencia del poder de una aristocracia conservadora; un periodo Liberal a partir del 1861 ha 1891 que culmina con Balmaceda y una denominada Republica Parlamentaria interrumpida con el golpe de Estado de 1924 y que da comienzo a un nuevo ciclo a partir de la constitución de 1925 con un régimen presidencialista hasta la interrupción democrática de 1973 a 1990, en que para algunos analistas se extiende hasta la actualidad y lo caracterizan por una suerte de hiperpresidencialismo, peyorativamente para algunos neoliberal y para otros un periodo de modernización capitalista idea que suscribo.

Con algunas interrupciones, como la reconquista, la sucesión de golpes de Estado de 1924 a finales del 32 y el gobierno militar de 1973 al 90, exhibimos una historia de evolución de una democracia republicana que bien cabe nos llene de orgullo.

Sin embargo, no basta la Republica como alternativa a la monarquía absoluta y la tiranía. ¿Que enfrentamos hoy?… Hemos puesto a la República y la democracia en un laberinto de salida difusa y bajo las amenazas del populismo, la simplificación, tentaciones refundacionales y el voluntarismo de cambios muchas veces incapaces de ofrecer respuesta. Hemos erosionado la convivencia colectiva desde la imposición de narrativas hegemónicas que rompen con la inclusión de las minorías y nos hemos entregado a una reducción del debate público a mera afirmación de los propios ideales y a la intolerancia y la violencia verbal.

La República entraña por un lado una cultura democrática y republicana de la que parecemos haber abdicado y de unas instituciones reconocidas y legitimadas.

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