Opinión

De Constitución y ecología

La pregunta que debemos respondernos es cuánto más soportará este pillaje, cuándo el ser humano decidirá sustituir un modelo económico destructor por una sociedad humanista fundada sobre principios ecológicos y fraternales.

Por: Diario Concepción 07 de Abril 2021

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho.

Para proyectarnos hacia el futuro, requerimos de una nueva síntesis entre la naturaleza y los aspectos más positivos de nuestra condición de seres sociales. Una perspectiva ecológica nos exige ser creativos y conscientes de lo que es desenvolvernos insertos en el medioambiente, interviniendo en su evolución con respeto y comprensión del impacto de nuestros actos sobre el mismo. Debemos gestar un nuevo marco logístico y social que se construya sobre la realidad. Una descentralización territorial es indispensable para la implementación de una legislación ecológica conforme con las características y contexto en el que se aplican, construida por quienes viven en dichos territorios, incentivando las ecotecnologías y la industria éticamente complementaria, desarrollada esencialmente sobre la base de una economía circular. Reciclar es importante, pero también lo es la producción de bienes capaces de durar varias generaciones, agregando valor a nuestros productos, con un compromiso real con la innovación y el desarrollo. De esta forma podría fomentarse una interdependencia no sólo entre comunas y regiones, sino que también a nivel internacional, y no una dependencia determinada por un centralismo atrofiado y depredador, absolutamente indiferente de las consecuencias de la explotación sin límites de recursos naturales no renovables, uso de agua con fines preferentemente industriales y energía no sustentable, en desmedro del entorno, la vida y la salud de seres humanos que son sacrificados para asegurarles a los “accionistas” de dichas empresas, que viven cómodamente bien lejos de esas comunidades, sus cuantiosos retiros periódicos de dinero.

Los que conciben el planeta como una masa de minerales, justifican su explotación ilimitada para crecer y crecer a su costa y el de futuras generaciones, sin considerar el cambio climático. Pero es diferente si se le concibe como lo que es: un tejido viviente y complejo en el que se desenvuelven distintos seres que dependen los unos de los otros en un ecosistema. La pregunta que debemos respondernos es cuanto más soportará este pillaje, cuando el ser humano decidirá sustituir un modelo económico destructor por una sociedad humanista fundada sobre principios ecológicos y fraternales.

Los requerimientos por satisfacer las necesidades de las grandes urbes, de transportar, alimentar, darle trabajo, educar y entretener a millones de seres humanos concentrados en pequeños espacios territoriales, nos conduce a una inevitable declinación cívica, moral y social de la que debemos hacernos cargo en una nueva constitución.

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