Opinión

Muerte en Cuaresma

Un día de Cuaresma del 471, Hipatia sufrió la misma suerte que las estatuas a manos de los Parabolanos. Hoy, mil quinientos años después, el fanatismo y la intolerancia aún queman libros, destruyen estatuas y templos, amenazan a las personas. Sin conocer el pasado, ¿cómo podríamos mejorar el futuro?

Por: Diario Concepción 01 de Abril 2021
Fotografía: Diario Concepción

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA). Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción

Año 471. La turba la interceptó en la calle. La mujer fue desnudada, arrastrada, golpeada, desmembrada y quemada. Alejandría en Egipto, antigua capital cultural del mundo Griego, había caído en manos de los Romanos 4 siglos atrás y era barrida en una ola de intolerancia por la recién estrenada religión del imperio: el cristianismo. Aún mantenía algo de su esplendor: monumentos, teatros, bibliotecas de miles de libros y un centro de investigación que financiaba a filósofos, médicos, historiadores, científicos y poetas, para el cultivo del conocimiento y su resguardo. Desde el 250 a.C., los reyes griegos de Alejandría se obsesionaron con acumular todo el conocimiento del mundo. Pero a partir del dominio romano sobre Egipto (48 d.C.), el financiamiento a las instalaciones decayó, los libros se esfumaron de a poco y muchos sabios emigraron. Pero no todos.

Teón fue matemático y astrónomo, devoto de la aritmética, el cálculo de eclipses, la cartografía del cielo y óptica. Simplificó el que quizás sea el libro más estudiado de la historia, “Los Elementos” de Euclides, la gran compilación sobre geometría de la antigüedad, materia odiada y amada por escolares durante 20 siglos. Preparó a su hija, Hipatia (“la más grande”), para continuar su trabajo. Pero Hipatia hizo una reputación propia, como filósofa y astrónoma, tal que sabios peregrinaban desde lejos para aprender de ella. Su trabajo se perdió, pero sabemos de ella por otras fuentes.

Hipatia hizo carrera en medio de la revolución cristiana. Celebridad intelectual; influyente en la vida alejandrina, aunque no tomó parte en las luchas entre cristianos, judíos y paganos; profesora de la élite local; consejera en asuntos públicos de Orestes, el Prefecto Romano en la zona. Orestes debía lidiar con hordas de jóvenes fanáticos cristianos, los temerarios Parabolanos, conocidos por sacar los cadáveres de la ciudad cuando las pestes asolaban y por su caridad. Eran cientos de hombres fornidos de las clases bajas al servicio de Cirilo, el nuevo Obispo de Alejandría, quien comenzó una cruzada de pureza de la fe, enviándolos a protestar a edificios paganos y judíos. Junto a monjes del desierto, quemaron sinagogas, amedrentaron a autoridades, derribaron templos milenarios en donde las estatuas perdían sus bellas narices, cabezas y brazos a golpes de intolerancia. Se sabía que Cirilo estaba detrás de aquellas líneas.

Las opiniones racionales y sin anestesia de Hipatia generaron tanto admiración como resentimiento. Apoyó devolver el orden y tolerancia que la ciudad tanto necesitaba. Se le acusó de bruja por su astronomía, por no ser creyente. El obispo la veía como mala influencia para Orestes, también cristiano. Un día de Cuaresma del 471, Hipatia sufrió la misma suerte que las estatuas a manos de los Parabolanos. Hoy, mil quinientos años después, el fanatismo y la intolerancia aún queman libros, destruyen estatuas y templos, amenazan a las personas. Sin conocer el pasado, ¿cómo podríamos mejorar el futuro?

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