Opinión

Emprendedores penquistas

Hoy, a once años del último terremoto, resulta penoso observar el estado del comercio en nuestra ciudad.

Por: Diario Concepción 28 de Febrero 2021
Fotografía: Diario Concepción

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Investigador del Archivo Histórico de Concepción

En el Libro de Oro de Concepción de los autores Oliver Schneider y Zapata, se nos entrega una relación de cómo era el comercio a mediados del siglo XIX y comienzos de XX, que resulta interesante retransmitir, pues aquí están los primeros emprendedores penquistas.

En la época de la guerra del Pacífico, el comercio de Concepción comenzó a cobrar cierta importancia. Hasta antes de 1880 éste se reducía a tiendecitas y despachos de mala muerte, y sólo estaban establecidos los negocios de aprovisionamiento alimenticio. El trapo en su mayoría se vendía en las calles por modestos comerciantes llamados “faltes”, que conducían al hombro pequeñas vidrieras que contenían géneros y artículos de paquetería. Sólo a fines del siglo pasado los turcos reemplazaron a dichos “faltes nativos”.

Una de las primeras tiendas, que merecía el nombre de tal en Concepción, fue la que estableció don Ruperto Fuentealba en la calle Freire esquina de Hipólito Salas. Luego, Hermenegildo y Reinaldo Hodges instalaron una botica en Lincoyán y Barros Arana, donde estaba la Casa Gleisner. En la esquina opuesta, estaba la Casa de don Carlos Costa, comerciante en frutos del país y tal vez el más fuerte exportador de la zona.

En calle San Martín entre Caupolicán y A. Pinto estaba el almacén de Pablo Torres. Otra Casa fuerte en productos del país era la de José Galán, ubicada en Freire esquina de Aníbal Pinto. Este Galán edificó el Teatro “Galán” donde se presentaron las primeras compañías de zarzuelas que vinieron a Concepción, entre ellas la de Isidora Segura de Jarques.

Es interesante observar que las principales tiendas estaban entonces frente a las iglesias. Así, hubo tiendas de importancia frente a San Francisco, el convento de la Merced, etc., etc. Una tienda apreciada en la época era la de los Noveillanes, en Caupolicán y Freire. En los portales, donde estaba el Teatro Central, hoy teatro Concepción, estaban los Anguita y a esto se debía el nombre del Portal de ese tramo, pues el nombre de Portal Cruz, era sólo en la porción que da a calle Pinto, y el lado que da a Caupolicán llevaba el de Anguita.

En Barros Arana esquina de Pinto estuvo la primera tienda de lujo, la de don Julián Campar. La primera librería y editorial penquista fue de don José María Serrato, en calle Barros Arana esquina de Castellón.

La primera sastrería estuvo en calle Barros Arana entre Aníbal Pinto y Colo Colo, junto al recordado Teatro “Roxy”, y era de propiedad del ciudadano Chaillot. A esta sastrería siguió después una de más lujo, de propiedad de Lorenzo Arenas, frente al establecimiento comercial que ocupaba Mademsa. Este Arenas fue el más formidable apóstol del mutualismo en la región, que tan merecidamente recuerda su memoria.

En el ramo hotelero el primer establecimiento de esta especie que se conoce en Concepción, fue el Hotel Comercio, que estuvo ubicado en Barros Arana entre Aníbal Pinto y Colo Colo, Tenía un carruaje especial para transportar a los pasajeros desde la estación de Ferrocarriles,

El primer Banco que se conoció entre nosotros fue el Banco Concepción, fundado en 1871; su primer gerente primer Gerente don Guillermo Scott G.

Pero, Concepción vino a tomar carácter de centro mercantil de importancia, con la llegada del ferrocarril primero, y la guerra del Pacífico después. Y, en seguida, vinieron muchas más que en el correr del tiempo han ido transformando y modernizando sus establecimientos, hasta marcarles las elegantes líneas neoclásicas francesas que lucían las vitrinas de sus frontis, todo ello perdido en el terremoto de 1939.

Hoy, a once años del último terremoto, resulta penoso observar el estado del comercio en nuestra ciudad.

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