Opinión

El Último Año Nuevo

El reloj marca la hora prevista por la física de Newton. “Señoras y señores, destapen sus botellas por última vez. No habrá más cuentas regresivas, ni abrazos de celebración. Desde este momento la Tierra rompe su órbita cerrada y comienza a caer al Sol, calentándose varias decenas de grados cada día hasta que se evapore la última de sus rocas en unas pocas semanas más. Levanten sus copas por este, el Último Año Nuevo.

Por: Diario Concepción 31 de Diciembre 2020
Fotografía: Roger Leiton

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA). Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción.

“¡Quién iba a imaginarse que Mycroft se nos fuese a presentar de esta manera tan excéntrica! Eso es como si un planeta se saliera de su órbita.”
Sherlock Holmes en “Los planos de Bruce-Partington”. Arthur C. Doyle.

“Falta poco, querido público”, anunció el presentador. “El momento tan esperado por la Humanidad es hoy”, agregó con voz emocionada.

Y hay razones para emocionarse. Desde que empezó a alterar las estrellas vecinas, hace ya siglos, supimos que el paso de aquel monstruo sería una sentencia de muerte. Hace mucho desde que el Sistema Solar se agitó con aquel evento que cambió para siempre nuestro destino, cuando aquel agujero negro —tan pesado como 5 soles— pasó rasante por las afueras del Sistema Solar. La bestia siguió su camino pero la agitación gravitacional que dejó el intruso descalibró las monótonas órbitas planetarias que se fueron desarmando en el caos, como un billar, en donde una bola gigantesca que rueda por fuera de la mesa agita a las demás sin siquiera tocarlas. Hasta entonces la Humanidad iba embarcada en un planeta que giraba en torno al Sol, dibujando un círculo casi perfecto por el espacio. Se dice que antes se celebraba el retorno de la Tierra al mismo lugar de su órbita cada 365 días. Un “Año” le llamaban los antiguos. Pero aquel tirón gravitacional lo cambió todo.

“Como una banda elástica, la órbita terrestre se ha ido estirando cada vez más con cada ciclo en torno al Sol, alejándose y acercándose a la estrella como nunca antes. Y pesar de todo, la Tierra se mantuvo orbitando. Hasta hoy”, recordó el locutor.

Con una órbita tan estirada, la Tierra pasaba de caldearse a congelarse en pocos meses. Con cada pasada más cerca del Sol, la atmósfera se desprendió. Sin presión de aire atmosférico que los retuviese, los mares se perdieron en el espacio. Y en este revoltijo gravitatorio, también meteoritos y asteroides le llovieron al planeta desde el borde del Sistema Solar. La vida se extinguió hasta los microbios. Pero nuestros ingenieros planetarios previeron todo esto con siglos de anticipación gracias a la física gravitacional de Newton-Einstein.

El locutor parecía ahora perderse en sus pensamientos: “Hubo tiempo suficiente para que millones partieran en naves acondicionadas, internándose en la negrura del espacio con el deseo de domesticar planetas de otras estrellas. Llegar les tomará generaciones ¡les deseamos suerte! Otros preferimos quedarnos en gigantescas estaciones espaciales, mundos artificiales girando controladamente alrededor del Sol desde donde seremos testigos del desencaje final de la Tierra…”

El reloj marca la hora prevista por la física de Newton. “Señoras y señores, destapen sus botellas por última vez. No habrá más cuentas regresivas, ni abrazos de celebración. Desde este momento la Tierra rompe su órbita cerrada y comienza a caer al Sol, calentándose varias decenas de grados cada día hasta que se evapore la última de sus rocas en unas pocas semanas más. Levanten sus copas por este, el Último Año Nuevo.

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