Finalizando año 2020, y a 72 años de la Declaración Universal de DDHH, de forma insistente (y por sobre todo enfadadas) enfatizamos que la violencia de género es un problema de DDHH, pues lo que primordialmente está en riesgo es nuestra vida: derecho humano fundamental que le da sentido al resto de este catálogo universal.
Tammy Pustilnick Arditi
Abogada
Fue un 10 de diciembre de 1948, luego de las atrocidades ocurridas en la Segunda Guerra Mundial, que los Estados advierten la existencia de determinadas materias cuya regulación no podía dejarse a la buena voluntad de cada país, sino que debía existir un catálogo de derechos fundamentales de regulación internacional que velara por ellos; surge así, la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Y 72 años después, tanto a nivel global como nacional, vemos que dicho catálogo de foro internacional y con vocación universal, no se cumple en totalidad. Y sin bien existen varios avances, también hay deudas pendientes a nivel nacional en distintos aspectos; uno de ellos se refiere a la violencia contra mujeres y niñas.
A la fecha, 50 mujeres han perdido su vida producto de un femicidio. Año 2020 y seguimos corroborando que la violencia es parte de la vida de muchas, y, peor aún, que con el tiempo no ha disminuido; incluso con diversas reformas legales, programas de gobierno, políticas públicas, la violencia sigue presente durante toda la vida, de niñas y mujeres.
Esta violencia, es violencia de género, es decir, la vivenciamos por el hecho de ser mujeres: no es al azar que la suframos en espacios públicos y temamos por nuestra vida dependiendo la hora y calle por la cual caminemos; no es al azar que tengamos más riesgo de sufrirla en ámbitos escolares y laborales; y no es al azar que estemos más propensas de vivirla y perder incluso nuestra vida en el ámbito familiar.
Y así entonces, al no ser al azar, y ver un incremento en la misma, es menester que nuestras autoridades consideren que somos un grupo de riesgo y que las políticas y reformas legales – y Nueva Constitución – cumplan estándares internacionales y generen obligaciones concretas para el Estado de prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra mujeres y niñas.
Finalizando año 2020, y a 72 años de la Declaración Universal de DDHH, de forma insistente (y por sobre todo enfadadas) enfatizamos que la violencia de género es un problema de DDHH, pues lo que primordialmente está en riesgo es nuestra vida: derecho humano fundamental que le da sentido al resto de este catálogo universal.