Opinión

Bordes y Cauces

No podemos permitirnos quedarnos atrás y volver a invisibilizar las necesidades de los Chilenos y las urgencias de adaptación y de cambio, sin caer en tentaciones refundacionales que arriesguen las bases que han permitido aquello que hemos avanzado hacia el progreso.

Por: Diario Concepción 13 de Noviembre 2020

Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha

El cantar incesante del río que fluye, soberano y poderoso, en una dimensión metafórica, nos debe recordar cada cierto tiempo que el progreso civilizatorio de las sociedades depende de ese constante y permanente fluir, evolucionar, transformarnos y adaptarnos a la geografía y los accidentes a nuestro paso.

El amor, como el río, abrirá un nuevo camino cada vez que encuentre un obstáculo.

El río sabe: que no hay prisa que llegará allí, algún día. El río reconoce sus bordes. Cuando la fuerza del torrente desconoce los bordes provoca estragos. Sin embargo, o adapta el entorno o vuelve a su cauce.

Para Francois Miterand, “la finalidad del Río Sena es desembocar en el mar y no inundar París.”

Podríamos entonces reconocernos como sociedad en el río que fluye, y ese flujo podría ser asimilable al Poder, el borde al derecho y el ordenamiento jurídico que lo contiene y encausa.

Entonces para dotar de un sentido lógico estas ideas y palabras al azar, aterricemos en que nada puede ser más peligroso que obstruir el paso del río de seguro generamos inundaciones y estragos. así como tampoco podemos desconocer los ritmos y acompasar los cambios a su paso, y de ahí que desde una geografía irregular los bordes no renuncian a contener y encauzar, sin olvidar el objetivo de desembocar en el mar.

Dejemos que la sociedad fluya, evolucione y busque su camino al mar sin dejar de contenerla y ofrecerle bordes adecuados que asuman costumbre, moral y la ética de cada gota en la gradualidad del fluir constante, evitando aquellos cambios disruptivos que pueden profundizar las mismas fracturas que aspiramos sanar.

Abordemos los cambios con la adaptabilidad de aquellos bordes y contornos siempre sensatos, racionales, prudentes y con la inteligencia de conducir el paso reconociendo en el mar al desarrollo integral, inclusivo, sostenible y cohesivo en busca de un Chile fraterno, cómo épica y utopía movilizadora construida por gente de buena voluntad.

Para procesar los anhelos de reconocimiento en los otros, en nuestra diversidad, para transitar hacia un Chile inclusivo, que empuje un cambio cultural hacia la cooperación, superando las desconfianzas, para que el río no detenga su canto y su flujo hacia la progreso entendido como toda mejora de la condición de vida de nuestra patria.

Es hora de hacernos cargo de los nuevos paradigmas y lograr la adaptabilidad continúa que reclama las transformaciones aceleradas en nuestras formas de producir, relacionarnos y vivir y hacerlo desde nuestra capacidad de liderar esos procesos, no podemos permitirnos quedarnos atrás y volver a invisibilizar las necesidades de los Chilenos y las urgencias de adaptación y de cambio, sin caer en tentaciones refundacionales que arriesguen las bases que han permitido aquello que hemos avanzado hacia el progreso.

Sugiriendo recordar a Mark Twain que decía “El río tiene una gran sabiduría y susurra sus secretos a los corazones de los hombres”.

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