Opinión

De Constitución y polarización

Todos deberíamos ponernos en el lugar del otro, para comprender como se ha podido llegar a niveles de sesgos extremos.

Por: Diario Concepción 04 de Noviembre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

ANDRÉS CRUZ CARRASCO
Abogado, magíster Filosofía Moral.

Todos somos políticos. El que decide abstenerse, el que participa activamente, el que calle ante todo abuso, el que aplaude los privilegios. El que sueña por un mundo distinto y el más exultante de los indiferentes. Todos han optado por una posición de contenido político. Los autoritarios y populistas se dirán asépticos e independientes absolutos. Hablarán de “los señores políticos”, como una vedada forma de manifestarse contra la democracia. Si no fuese por la actividad política, todavía estaríamos subyugados por una brutal dictadura.

Todos deberíamos estar formados e informados para enfrentar los desafíos cívicos y construir de manera colectiva, no compitiendo, sino que colaborando, un futuro común. En el que capuchas y uniformes no sean una excusa para levantarse contra toda violencia y no guardar un espurio silencio ante el homicidio de un ser humano cuando la bala proviene del fusil de alguno de aquellos que apoyan una causa con la que se simpatiza, como si la sangre tuviese un color distinto dependiendo de quien viene o la pólvora tuviese un aroma más dulce o agrio dependiendo del lado en que se dispara el arma. Tapándonos los oídos ante el sufrimiento de sus familias y alzando la voz sólo cuando estos gritos vienen de los que ungen las mismas banderas, inventando montajes y responsabilizando sólo a “narcos” y estructuras, para tranquilizar nuestras conciencias, en lugar de dirigirse, también, contra quienes cobardemente actúan amparados en las sombras de la impunidad que les proporciona su posición.

Si la violencia se desata, la represión no es la única respuesta. La violencia, el resentimiento y la polarización no surgen espontáneamente. Son consecuencias de procesos que empujan a las personas hacia las trincheras buscando refugio entre los que se identifican con este malestar y en cuyas canteras pueden proliferar quienes opten por conductas radicalizadas, sustituyendo la justicia por la venganza, el diálogo por la agresión, lo que nos puede hacer correr el riesgo de terminar simplemente reemplazando el color de las burocracias y los privilegiados, transformando al oprimido en verdugo.

Todos deberíamos ponernos en el lugar del otro, para comprender como se ha podido llegar a niveles de sesgos extremos, metiendo a todos los que pueden pensar de manera diferente en el mismo saco, cosificándolos por parecernos distintos sin considerar matices, cuando detrás pueden existir historias que en lugar de distanciarnos podrían hacernos empatizar para levantar los cimientos de una constitución en la que todos podamos desenvolvernos con arreglo a nuestras convicciones.

Etiquetas