Opinión

La carga del presente (primera parte)

¿Es posible manejar tanta información a tal rapidez? Con tanta distracción y estímulos ¿quién está pensando en el futuro?

Por: Diario Concepción 08 de Octubre 2020
Fotografía: Diario Concepción

Dr. Roger Leiton THompson
Investigador en Proyecto Anillo Formación y Crecimiento de Agujeros Negros. Centro para la
Instrumentación Astronómica (CePIA).
Departamento de Astronomía, U. de Concepción.

Durante miles de años los sucesos que se repiten con regularidad en el cielo han sido el cronómetro y el calendario de la humanidad. El tránsito diario del Sol, la Luna y las estrellas ocurre por la rotación terrestre. La cantidad de horas de luz, las diferentes constelaciones visibles y las estaciones del año son debido a nuestro orbitar alrededor del Sol. Marchamos al ritmo de los cielos hasta que empezamos a medir con mayor precisión el paso del tiempo. Comenzamos usando la sombra en movimiento de los relojes de Sol, velas consumiéndose y la regularidad del goteo de agua. La precisión y tiranía de los relojes fue aumentando, sobre todo a partir de la invención de los mecánicos, armados con engranajes, péndulos y resortes. Para 1700 los había con minuteros y en el 1800 la mayoría incluía segunderos. Con la precisión de los relojes nuestras vidas se aceleraron.

Hoy los relojes más precisos se desfasan en solo 1 segundo cada varios miles de millones de años, porque ocupan el latir inimaginablemente regular y rápido de átomos individuales. No podemos percatarnos de tal enorme precisión pero algunas máquinas sí, las que sincronizadas a la increíble exactitud de estos relojes atómicos, han hecho nuestro mundo aún más rápido. Ya no seguimos la cadencia natural del cielo, en cambio vivimos en el ecosistema cronológico que hemos creado. Nos quejamos de “que el día se nos hace corto” (a pesar de que la rotación terrestre, en términos perceptibles, no ha variado desde hace millones de años), mientras funcionamos al ritmo de mensajes instantáneos, agendas copadas y un torrente constante de noticias, imágenes, sonidos e información. La precisión de los relojes acortó el lapso entre el presente y el futuro. Esta inmediatez ha hecho que el presente se convierta en un muro de estímulos constantes detrás del cual se encuentra, a veces, una débil percepción del futuro.

Si los cambios en nuestras vidas, cultura y tecnología se suceden cada vez más a prisa, ¿es posible manejar tanta información a tal rapidez? Con tanta distracción y estímulos ¿quién está pensando en el futuro? Nuestro destino a largo plazo depende, en parte, de hacia dónde decidamos dirigirnos individual y colectivamente. Perdidos en la inmediatez del momento -ya sea decidiendo la película que veremos en la próxima hora, pensando si el sueldo alcanzará hasta fin de mes, o si saldremos favorecidos en la siguiente elección- ¿quién está pensando los próximos 10, 50 o 100 años? Las decisiones que tomamos en el presente no solo nos afectan, también tienen un impacto más allá de nosotros. De hecho tienen efecto en mucha más gente, en aquellos que aún no llegan: los humanos del futuro. Ellos recibirán el mundo que decidamos hoy.

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