Opinión

De movilización y democracia

El activismo virtual no tiene la capacidad que si pueden construir las grandes movilizaciones en las que se marcha codo a codo con un otro.

Por: Diario Concepción 09 de Septiembre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magister Filosofía Moral.

En democracia las piedras no sirven. Las fuerzas de las convicciones se expresan con libertad, opinando y dialogando, solucionando las diferencias derivadas de una sociedad diversa con un lápiz y no con los puños ni a puntapiés. A rostro descubierto y mirando a la cara del prójimo. Las balas no deberían ser objetos de veneración, salvo el culto levantado por algún fanático o melancólico. El politólogo Iván Krastev sostiene: “Las elecciones se parecen a la muerte en que nos obligan a mirar hacia atrás y hacia delante, tanto para valorar la propia vida como para imaginar otra posible. Es en ese hospicio de incurables donde Ormea valora la capacidad de la democracia para convertir la locura en razón y las pasiones en intereses”. En un sistema democrático los ciudadanos tienen el poder de votar, lo que debería ser también un deber, atendida las repercusiones para la comunidad de este ritual. En democracia podemos expresarnos y debatir, porque el conflicto es parte de la convivencia entre seres humanos. El ciudadano sufraga, pero además participa y puede tener espacios de autodeterminación. Puede manifestarse, reunirse y actuar que no debe confundirse con destruir, embozarse, incendiar, ocultar la cara y actuar parapetado cobardemente detrás de un apodo en una red social o en cualquier medio de comunicación digital. En una democracia es de la esencia tener la oportunidad de formar parte de una multitud que pueda clamar con intensidad la pasión política, amplificando sus aspiraciones, formando parte como sujeto, con sus especificidades y características diversas dentro de una unidad que pueda amalgamar muchos colores. Estas movilizaciones les confieren a las personas un sentido de pertenencia, permitiéndole a esta emocionalidad darle un cauce que la mera emisión del voto no tiene del todo. Ha sido el poder de las multitudes la que le ha dado fuerza y vigor a la política democrática. Por su importancia, debemos evitar que estas manifestaciones se desboquen, facilitándole a los enajenados y radicalizados que la manipulen, se apropien de ellas, para sustentar a despóticos dirigentes que con sus acciones callejeras pongan en peligro a la propia democracia y a la comunidad.

El activismo virtual no tiene la capacidad que si pueden construir las grandes movilizaciones en las que se marcha codo a codo con un otro. Las redes sociales no son más que un complemento, muy limitado y a veces chapucero, de las posibilidades que hay en las grandes alamedas. La democracia es imperfecta sin que exista al menos la posibilidad de congregarse para alzar la voz en conjunto con otros en un mismo espacio.

Etiquetas