Opinión

Requiem por un Universo

Estamos aquí reunidos para recordar al Universo. Aquejado por una expansión congénita, nuestro apreciado Cosmos ha dejado de existir tal como lo conocimos.

Por: Diario Concepción 13 de Agosto 2020
Fotografía: Depto Astronomía UdeC

Roger Leiton Thompson
Proyecto Anillo Formación y Crecimiento de Agujeros Negros, Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA)
Departamento de Astronomía
Universidad de Concepción.

Estamos aquí reunidos para recordar al Universo. Aquejado por una expansión congénita, nuestro apreciado Cosmos ha dejado de existir tal como lo conocimos. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que lo vamos a extrañar.

No tengo realmente palabras para expresar esto, así es que usaré números. Nació hace muchísimo tiempo, hace 1E100 años (un 1 seguido por 100 ceros). El parto fue un Big Bang. Recién nacido, creció de súbito en una fracción de segundo. Rápidamente pasó de ser una colección informe de energía y materia a un espacio lleno de vistosas maravillas. A la temprana edad de unos quinientos millones de años (5E8) aparecieron sus rozagantes primeras galaxias coloreadas de azul por estrellas jóvenes. A los 9E9 años nació el Sol y su cohorte de planetas. La vida en la Tierra comenzó a los 9.8E9 años del Universo y perduró por unos pocos miles de millones de años, un parpadeo en la historia del Cosmos. Avanzando en su madurez, las galaxias formaban cada vez menos estrellas azules y el Universo tomó de a poco el tono rojizo de estrellas viejas. A los 18E9 años las galaxias Vía Láctea y Andrómeda se fundieron en una sola.

Debido a su imparable y continua expansión, el Universo se fue diluyendo con el tiempo: hubo más espacio entre las galaxias hasta el punto en que la materia ya no tuvo ninguna importancia. A la edad de 1E12 años, las galaxias más lejanas dejaron de verse porque ya casi no forman estrellas nuevas y muy pocas quedaban encendidas; además, la poca luz que emitían debía viajar demasiado para llegar de una galaxia a otra. A los 1E14 años, la última estrella que aún brillaba se apagó y el Universo cayó en la oscuridad. Los sistemas planetarios dejaron de existir: los planetas volaron fuera de sus órbitas o fueron consumidos por cuerpos más grandes (1E15 años). No mucho después, los cuerpos de estrellas inertes también fueron digeridos por agujeros negros o se perdieron en el espacio. Las galaxias comenzaron de a poco a disolverse.

Cerca de los 1E37 años, los núcleos atómicos se desarmaron: los elementos con que se formaron todas las maravillas del Cosmos, desde estrellas hasta la vida, no existieron más. A partir de los 1E40 años de edad, solo agujeros negros habitaron este moribundo. En un postrero intento por mantener funcionando algo del agonizante Universo, los agujeros negros exhalan un último aliento, la Radiación de Hawking, antes de evaporarse para siempre. Fotones, electrones y positrones, vagan de un lugar a otro en un Universo desolado, raramente encontrándose con alguna otra partícula (1E100 años). Así, los eventos dejaron de ocurrir en el Cosmos y su cadáver inerte sigue enfriándose para siempre. Elevemos nuestras cabezas hacia la oscura muerte térmica del Universo y recordémoslo tal como lo conocimos.

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