Opinión

La meta europea de reducir la aplicación de agroquímicos al 2030

Desde Europa nos hacen una nueva y sana advertencia: si queremos seguir siendo sus proveedores alimentarios, tendremos que en algún momento cercano cumplir con los mismos parámetros por ellos impuestos.

Por: Diario Concepción 08 de Agosto 2020
Fotografía: Cedida

Dra. Verónica Delgado Schneider
Programa de Estudios Europeos.

Dentro del conjunto de medidas ambientales adoptadas por la Unión Europea en el último tiempo, destaco la meta de reducir el 50% de la aplicación de agroquímicos al 2030, acuerdo conocido como “Farm to Fork” (de campo al plato), sellado en junio de este año como parte del Acuerdo Verde Europeo, presentado el año pasado para que el viejo continente se convierta en el primero neutral para el clima el 2050.

Este programa y ambiciosa meta, se relaciona con el cuidado de suelos y aguas y especialmente con la seguridad alimentaria, simbolizando -como se ha dicho- un nuevo enfoque integral sobre la valoración de la sostenibilidad y la creación de un entorno alimentario favorable. Para ello se considera reducir especialmente la dependencia de pesticidas y antimicrobianos, reducir el exceso de fertilización, aumentar la agricultura orgánica, mejorar el bienestar animal y revertir la pérdida de biodiversidad y la contaminación de las aguas superficiales y siubterráneas.

Por cierto que también estas ambientales decisiones -que empezarán a exigirse desde septiembre de este año- implicarán un aumento de los costos productivos para los agricultores europeos, que afectará su competitividad, en tiempos dificiles para la economía. La decisión entonces es dura pero responsable y concordante con el liderazgo que Europa ha demostrado en materia de sostenibilidad.

Tiempo atrás, muchos se sorprendieron con la negativa de algunos países en seguir comprando las paltas producidas en algunas zonas del país, en donde, mientras los cerros lucen verdes y cargados con frutos, las comunidades no tienen derecho a una cantidad mínima de agua -de calidad- para satisfacer sus necesidades básicas, ni las de sus animales que mueren de hambre y sed, vulnerando con ello sus derechos humanos. Con esas imágenes, que dieron la vuelta al mundo, muchos despertaron y se enteraron de la realidad del agua en Chile.

Ahora y en relación a la seguridad alimentaria y la contaminación de los ecosistemas por productos químicos, desde Europa nos hacen una nueva y sana advertencia: si queremos seguir siendo sus proveedores alimentarios, tendremos que en algún momento cercano cumplir con los mismos parámetros por ellos impuestos. De esta manera contribuiremos también -aunque sea constreñidos por los mercados- al cuidado de planeta y su gente.

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