Opinión

Reflexiones de un médico infectado por Covid-19

Los humanos somos extraordinariamente frágiles. La condición de vida puede modificarse drásticamente de un momento a otro, sea perdiéndola o saliendo de una condición crítica con secuelas invalidantes de por vida.

Por: Diario Concepción 19 de Julio 2020
Fotografía: Eduardo Barra Jofré

Dr. Eduardo Barra Jofré
Nefrólogo UDEC – HGGB

Como nefrólogo del Hospital Regional de Concepción, me contagié con el Sars Cov-2 en el brote ocurrido allí desde el 8 de junio de 2020.

Primeros síntomas se presentaron el 11 de Junio, pero seguí trabajando hasta el 15, día en que la PCR confirmó mi contagio.

Cursé muchos de los síntomas descritos, destacando fiebre, dolor corporal severo y postración. Pasados diez días, presenté una reducción de mi oxigenación normal. Ello aumentó al día siguiente, así como la dificultad respiratoria. Como soy portador de asma bronquial desde los 7 años controlada con tratamiento crónico, por sospecha de Insuficiencia Respiratoria, el 22 de junio acudí a urgencia del Sanatorio Alemán de Concepción.

Me hospitalizaron en la UCI, con soporte de oxígeno convencional y me instalaron una vía venosa y línea arterial para monitoreo de gases sanguíneos, asociado con tratamiento antibiótico endovenoso. Por persistencia de la Insuficiencia Respiratoria, los doctores me indicaron un aporte de oxígeno mayor a través de una Cánula Nasal de Alto Flujo de Oxígeno, la que mejora la oxigenación sanguínea y disminuye el trabajo que los pacientes realizamos al respirar; así evitamos la intubación y ventilación mecánica invasiva. Creo que este dispositivo fue muy relevante para mi evolución, junto al resto del tratamiento y cuidados brindados por todos los equipos de UCI y UTI del Sanatorio, de quienes estoy muy agradecido.

Luego de 7 días hospitalizado en UCI y UTI, fui dado de alta a casa, con una inmensa alegría para la familia, amigos, y por supuesto para mí. En cuarentena y aislamiento en casa, mejoro cada día, efectuando ejercicios respiratorios y tomando la medicación.

Ha sido un tiempo de reflexión personal. Me ayudó el que, mientras evolucionó la parte más crítica de mi enfermedad, permanecí consciente, viviendo y sintiendo todo el proceso. No ocurre eso con los pacientes conectados a ventilación mecánica, pues requieren sedación y analgesia con lo que pierden su lucidez y conciencia.

Los humanos somos extraordinariamente frágiles. La condición de vida puede modificarse drásticamente de un momento a otro, sea perdiéndola o saliendo de una condición crítica con secuelas invalidantes de por vida.

En el caso de las infecciones, como ahora, el personal sanitario es, por lejos, el sector social más expuesto al contagio y a sufrir las secuelas, incluso la muerte. Su importancia debe valorarse todos los días de nuestra vida, no solo cuando los necesitamos. La mayoría de nosotros, al elegir ser profesionales o técnicos del área, asumimos los riesgos implicados; pero vivimos una angustia inimaginable al percatarnos de que podemos causar la muerte de un miembro de nuestras familias.

El Siglo XXI muestra un enorme desarrollo económico, científico y tecnológico; sin embargo, nos supera una infección viral, que genera una crisis mundial, con repercusiones en la producción de bienes y servicios, provocando la cesantía de millones de personas en Chile y el mundo. Sin duda, esta pandemia nos obliga a revisar qué tan fuerte son las bases de los actuales desarrollos. ¿Somos las personas el fin último de ellos? Lo ocurrido en poco tiempo demuestra que no es así.

Por último, el conocido refrán “Es mejor prevenir que curar” debe aplicarse al enfrentar como país esta pandemia, en todas las esferas del hacer sanitario y social. Las “cuarentenas” no sirven cuando el transporte público y privado sigue funcionando, cuando se mantienen actividades económicas no esenciales. La experiencia vivida en Italia y España, donde luego de dos meses de estricto confinamiento han podido retomar actividades parcial y progresivamente, sucedió gracias a eso. Por supuesto, el estado ha tenido que proveer recursos a su pueblo para tolerar esos confinamientos, situación que aún no ha sido replicada satisfactoriamente por este gobierno.

Recordando el título del artículo de P. Krugman (premio Nobel de Economía) del 29 de mayo en New York Times, “¿De que sirve aumentar el PIB si te mata?”.

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