Opinión

Universidades y educación online

¿Quién hubiese imaginado que, el 2003, cuando Skype nacía al mundo, las plataformas de videollamadas se pondrían en el centro de nuestra cotidianidad? Hoy Meet, Jitsi, Zoom, y una amplia variedad de plataformas para comunicación video remota, nos permiten estar mejor conectados, y en el caso de la academia, dictar clases online.

Por: Diario Concepción 27 de Mayo 2020
Fotografía: Eric Forcael Durán

Eric Forcael Durán
Ingeniero Civil, MBA, Ph.D.
Universidad del Bío-Bío

¿Quién hubiese imaginado que, el 2003, cuando Skype nacía al mundo, las plataformas de videollamadas se pondrían en el centro de nuestra cotidianidad? Hoy Meet, Jitsi, Zoom, y una amplia variedad de plataformas para comunicación video remota, nos permiten estar mejor conectados, y en el caso de la academia, dictar clases online.

Los desafíos han sido múltiples en esto de la educación online, desde la adquisición de plataformas para comunicación virtual, hasta la capacitación de profesores. Sumado a esto, las universidades han hecho cuantiosas inversiones en becas para sus estudiantes con problemas de conectividad (chips de conexión a Internet, computadores, etc.).

El proceso no ha sido fácil. Por ejemplo, hay situaciones complejas con aquellos alumnos que viven en zonas rurales, donde no llegan proveedores de Internet, y es necesario optar por servicios satelitales. Otro problema, también de conectividad, es la intermitencia de Internet en algunos sectores, lo que a veces obliga al estudiante a desconectarse de la clase, sin la posibilidad de volver a ingresar nuevamente.

A lo anterior, se suma el significativo incremento en el tiempo de preparación de las clases. Una cosa era llegar al aula con un diagrama, un dibujo o un ejercicio, donde el plumón y la pizarra eran poderosos aliados, y otra distinta es tener que implementar dicho material en una diapositiva de PowerPoint; horas de trabajo para lograrlo.

Ahora bien, para aquellos profesores que graban sus clases y las suben a alguna plataforma, se suma otro fenómeno; la caída en la asistencia de alumnos a las sesiones online. Uno de los motivos de quienes no asisten, es que prefieren descargar las clases y verlas en otro momento. El riesgo con esto es que los procesos cognitivos necesitan tiempo, por lo que, si los alumnos piensan que aprenderán viendo todas las clases juntas el fin de semana anterior a la prueba, cual “maratón de Netflix”, los resultados podrían ser definitivamente deficientes.

De cualquier forma, las clases 100% online podrían traer efectos adversos. Para los profesores, quienes ya pasan muchas horas frente al computador (correos, informes, etc.), una clase presencial les da la posibilidad de “desconectarse”. Por el lado de los estudiantes, un proceso 100% online podría limitar el desarrollo de sus habilidades interpersonales; ya interactúan poco debido a las RRSS, por lo que clases 100% online los coartarían aún más… ¿cuándo se juntarían a comer, abrazarse, etc.? ¡Tenemos aún mucho que aprender sobre esto!

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