Una de las características de la globalización es poner a todo el mundo en contacto en tiempo real. En la aldea global, a la cual pertenecemos, hasta las palabras empiezan a ser de uso común, a veces sin cambios, otras con convenientes facilitaciones fonéticas, otras como verdaderos desastres gramaticales, al poner en español las palabras de la incesante tecnología en inglés.
Resiliencia, es una de esas palabras, de mucha aplicación en tiempos de dificultades y fracasos, de pérdidas y penas, útil para explicar por qué hay personas o grupos que viven situaciones de tragedias o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar y que, para asombro de no pocos, no solo las superan, sino que salen renovados y robustecidos de esas experiencias adversas.
Se entiende resiliencia como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas. El término es tomado del inglés resilient, que en español y en francés se emplea en metalúrgica para describir la capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora.
Como toda capacidad humana, puede cultivarse y robustecerse, como parte de la educación, ya que suele ser una característica altamente valorable para salir indemne y mejor de desafíos con resultados adversos, lo puede ocurrirnos muchas veces a lo largo de la vida. Para enfrentar la felicidad no se necesita de entrenamiento especial, es fácil ser feliz, a diferencia de estar preparados para cuando las cosas no marchen como es debido, para eso se requiere saber apechugar, como resiliencia, pero más fácil de pronunciar.
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