El origen de la guerra, según Tucídides, tenía sus raíces en el miedo. Aunque los espartanos dieron otras razones, él afirma que el motivo subyacente era el miedo. Como lo expresó, “el crecimiento del poder ateniense… puso miedo a los espartanos y los obligó a la guerra”. Esta fue también una de las razones por las que otras ciudades se unieron a Esparta, “algunas por el deseo de ser liberadas de su imperio, y otros por miedo a caer debajo de él”.
Se hace un análisis similar con respecto al imperio ateniense. Los embajadores atenienses en Esparta, después de escuchar las quejas en su contra por parte de representantes de Corinto, Egina y Megara, pronuncian un discurso propio. En este discurso afirmaron que, después de tomar la iniciativa y terminar la guerra contra los persas, las guerras médicas del 492 al -449 a. C., “nos vimos obligados a desarrollar nuestro imperio a su fuerza actual por el miedo en primer lugar, pero también por ambición y, por último, para nuestra propia ventaja”. A modo de explicación concluyen que “hemos sido vencidos por tres de los motivos más fuertes: la ambición, el miedo y la ventaja, no hemos sido los primeros en hacer esto. Siempre se ha establecido que los más débiles son conquistados por los más fuertes”.
Se puede leer lo precedente como un capítulo de historia vieja, pero no debe olvidarse que la historia de los hombres no hace más que repetirse, ha habido otros que aprendieron a usar los elementos aludidos para salir a abusar, estamos en tiempos parecidos y seguimos siendo, en esencia, los mismos hombres, solo que se supone tenemos la cultura para usar constructivamente las experiencias previas.
PROCOPIO