Siempre queremos ir para alguna parte, no siempre lo tenemos demasiado claro, pero cuando sí sabemos, empezamos a movernos, resuelta y decididamente, si no hay barreras insalvables y con el ánimo de despejarlas si las hubiera, para llegar a donde queremos. Es un poco distinto cuando una sociedad completa quiere ir algún sitio, o conseguir alguna meta, ahí hay que saber muy bien cómo caminar, con quién y precisamente para donde.
Para referirse al acto de caminar el latín usa la raíz gradi, que significa caminar o dar pasos, de ahí a un tiempo verbal; gressus que viene de perillas para armar una serie de palabras útiles en la vida diaria y de trascendente aplicación en el mundo político. Así, para ir hacia adelante, se emplea la palabra derivada; progreso, para atrás: regreso, si vamos en contra o al choque; agresión. De modo parecido, hacia adentro, es ingreso; tirar hacia el pasado, retrogrado; pasar a llevar, transgredir.
También tiene esa cuna la palabra congreso, si se camina todos juntos, como era el sentido original. Se va a congreso de ciencia o de literatura, antiguamente, se juntaban en congreso embajadores para parar una guerra o conflicto mayor. Como entidad legislativa aparece sólo después de la Independencia de los EE.UU. y en castellano, a partir de la constitución española de 1837.
Nuestro actual Congreso tiene una composición y funciones harto más acotadas, se forma por la Cámara de Diputados y el Senado y la Constitución les encarga la formación de las leyes. Sabemos quiénes son, quisiéramos saber si caminan juntos para ayudarnos o están juntos pero no revueltos, si se progresa, o se regresa.
PROCOPIO