Luego de los primeros días de las movilizaciones ocurridas en todo el país, volvieron al debate público las preocupaciones por las empresas de menor tamaño. Como era de esperarse, también las iniciativas de autoridades de gobierno en ayuda a las pymes.
Las empresas de menor tamaño están en los discursos de todos los candidatos en período electoral. Son blanco obligatorio para la publicidad de entidades financieras. Y merecen acápites especiales en los programas de fomento estatal. Valorar el aporte de las pymes es un refrán bastante repetido.
Sin embargo, hay escasas iniciativas que realmente impactan en las necesidades de estas empresas. Es decir, su importancia para el tejido económico contrasta con los incentivos para su desarrollo.
De hecho, la compleja situación comienza en la definición sobre qué son, qué representan y cuáles son los factores que distinguen las empresas de menor tamaño. Esta caracterización es clave para conocer los desafíos regulatorios, financieros y de todo orden que deben hacer frente.
Las cifras no dejan dudas sobre que las pymes generan empleo, arraigo local y agregan valor. Pero deben enfrentar múltiples desafíos, sea por deficiencias de administración, escasez de mano de obra para cubrir necesidades específicas y, principalmente, dificultades para acceder a créditos.
Es por ello que se requiere, más que nunca, que se impulsen iniciativas orientadas a lograr que las pymes dejen de estar en la boca de todos y en las manos de nadie.
AQUINO