La ribera norte del río Bío Bío fue por largo tiempo la frontera, al otro lado había de todo, para no herir susceptibilidades es mejor dejar el detalle para otra vez, ya que hay suficiente material para la polémica al lado de acá, la orilla olvidada por los encargados del traslado de la ciudad desde Penco, para evitar la niebla y la humedad. Debe haber sido por eso que nadie puso el grito en el cielo cuando el trazado de la línea del ferrocarril dejó cortada la pasada al río.
Sin embargo, al otro lado de la línea, se empezó a construir poblaciones, en lo que algunos testimonios describen como una maratón dramática de sacrificios y fuerza de voluntad. Los viejos pobladores pioneros, aún recuerdan sus infancias en viviendas precarias en la cuales vivían en perpetua alarma, obligados a rescatar sus bienes o a huir de las subidas de río, incluso encaramados en los árboles para salvarse.
Así aparecieron palafitos y rellenos improvisados, con la ayuda de las consecuencias de los terremotos, ya que usaron los escombros de la ciudad para elevar el terreno y crear la franja actual del río. Por ahí se ubica ahora, entre otras cosas, el Parque Bicentenario, el Teatro Regional, el mall Mirador. Quién lo diría.
El problema sigue siendo el cómo pasar desde el centro de la ciudad hacia esa parte del área urbana, sin dar la vuelta del perro. Ahora no tiene perdón de Dios, con la consolidación de ese sector como un polo de desarrollo. Como somos de la Región del Bío Bío nos darán largasel inventario de las razones para dejar las cosas para después-, pero llegará la hora, liderados por alguien que se la juegue, que podremos pasar, sin barreras, a mirar como corre, si se la dejan, el agua del río.
PROCOPIO