Opinión

Los molestos, los cómodos y el gobierno

Por: Diario Concepción 29 de Octubre 2019
Fotografía: Agencia UNO

A los molestos, les molesta la señora desigualdad.

La mayor parte de los molestos, normalmente son “molestos resignados”, que pese a que les molesta no se activan para reclamar, quizás con suerte destinan tiempo a hacer tibios reclamos en redes sociales, “nunca quedas mal con nadie” reza una melodía ochentera.

A algunos molestos la señora desigualdad los motiva a pararse de su sofá y a marchar pacíficamente para reclamar por su presencia, para lograr que esta señora se vaya. “Son jóvenes idealistas, luego se les pasará”, dirán los resignados.

Una pequeña parte de los molestos, prefieren enfrentar a la señora desigualdad por la vía violenta, digámosle “molestos violentistas”, ellos justifican su actuar diciendo que cada vez que los “molestos pacíficos” reclaman, pocas veces son oídos y producen reales efectos, frecuentemente son rotulados como “lumpen”. A algunos de ellos quizás, simplemente, les gusta la destrucción.

Le diremos “cómodos” a aquellos a quienes no les molesta la desigualdad, o si les molesta, probablemente, lo asumen como un detalle que el chorreo, parte del modelo imperante, de seguro corregirá, no siempre verifican si es así. Existen, igualmente, una parte de los cómodos que legítimamente creen que esto debe mejorar y que están uniéndose a los molestos para reclamar contra la señora desigualdad.

Existen unos terceros, que sufren de la señora desigualdad, tal vez más o menos que los otros, pero si ven la oportunidad de beneficiarse con situaciones derivadas de la efervescencia, como los saqueos, no les complica participar en ellos, lo sienten como una especie de derecho, “Hemos sido postergados tanto tiempo -piensan- que es una legítima compensación”, no les importa que puedan afectar el movimiento de reivindicación de derechos. También son incluidos en el llamado “lumpen”.

¿Qué ha estado haciendo el gobierno todo este tiempo?, al inicio estaba absolutamente incrédulo de lo que sucedía, pues tan sólo 10 días después de las declaraciones del presidente acerca del oasis que era Chile, parecía ser como si este oasis hubiese sido sólo un espejismo. Las primeras acciones mostraron a un gobierno que enfatizaba las malas acciones de los molestos violentistas, los “actos vandálicos” del “lumpen” como una forma de disminuir el real impacto de los que sí reclamaban pacíficamente.

Con el pasar de los días, el gobierno no fue capaz de ocultar la enorme cantidad de molestos pacíficos que salieron a protestar, llegando el presidente a decir, tras la gran marcha del 25 de octubre: “La marcha de ayer me llenó de alegría, todos escuchamos ese mensaje y hemos cambiado”, pensando que quizás era una buena forma de unirse conceptualmente a los molestos, no obstante es posible que, su conversión a esta fe, fuese un poco tardía.

A medida que han pasado los días, el gobierno ha estado apostando por el agotamiento del movimiento, a que muchos molestos se conformen y se pasen al bando de los molestos resignados. ¿Qué se logra con esto?, básicamente tres cosas: Primero, que algunos molestos, perdiendo la fe en los cambios, vuelvan a su sofá y sigan rumiando su resignación en las redes sociales. Segundo, que la población vea al gobierno como más inoperante aún, con sus medidas superficiales liberadas por goteo, que poco o nada han logrado calmar a la gente. Tercero, el recrudecimiento de la violencia, por cuanto los ya molestos seguirán más violentos aún, sumándoseles algunos molestos pacíficos.

Si el gobierno persiste con esta estrategia, apuesta el todo por el todo, si le resulta, se volverá a acumular presión hasta que nuevamente reviente todo más adelante, quizá en otro gobierno, pero si no le resulta, seguirá mostrando su incapacidad de gobernar, al igual que toda la clase política, la que los molestos ven igualmente como culpable por no hacer nada, arriesgándose el gobierno así, a caer en una espiral, de la que tal vez, no pueda salir.

Alfredo Au

 

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