Opinión

Mancilla la empujaba bajo el arco

El acerero se despide del fútbol, recordándonos que algún día tuvimos muchos goleadores, por todo lados. Hoy, no salen, no se forman, no aparecen. Por eso, la “Roja” no sale del cero.

Por: Paulo Inostroza 14 de Octubre 2019
Fotografía: Archivo | Agencia UNO

Muchas veces escuché esa frase. Como una crítica, en una época donde estábamos acostumbrados a Zamorano, Salas, al “Heidi”, a lo mucho que prometía Rozental, al “Chupete”, a Montecinos… Siempre hubo goleadores, algunos completísimos. Hoy, se extraña uno que la empuje bajo el arco. Aunque no gambetee mucho, ni defina con un lujito. Uno que cuando la agarre arriba nos haga pararnos del asiento porque algo puede pasar.

No sé qué pasó. A veces imagino que pasan diez años y seguimos llamando a Vargas y Alexis porque no hay nada más. Que Paredes tiene 42 años y sigue salvando a Colo Colo, porque no aparece otro. Recuerdo cuando los equipos empezaron a contratar preparadores de arqueros porque antes teníamos que traerlos a todos desde Argentina, pero no veo “preparadores de delanteros”. Porque eso es lo que necesitamos con urgencia.

El recambio se resume en Paulo Díaz, Pulgar, Maripán y algún otro, pero en ataque nada de nada. Morales tiene cositas, pero es desordenado. Guerra parecía que sí, pero no se la cree mucho, tiene chispazos. Los cabros tienen poca actitud, se conforman con jugar en un equipo grande y no quieren comerse al mundo como lo hacía Zamorano. Los clubes contratan arietes argentinos, paraguayos y últimamente venezolanos. Unos buenos, otros no tanto. Los técnicos prefieren no quemarse, ponen juveniles solo para cumplir minutaje.

La última buena camada de delanteros fue esa Sub 20 donde emergieron Castillo, Henríquez y Rubio, pero todos se fueron quedando. Solo el “Nico” puede pedir que aún le tengamos un poquito de fe. En el torneo local no hay ni siquiera un “9” prometedor, salvo Jeraldino. Rueda tiene que llamar a Niklas Castro porque ya no sabe a quién más probar.

Juega la Roja, no llegamos al arco, queremos sacar a Rueda y, de pronto, pensamos que si uno tuviera el buzo tampoco tendría a quién llamar. El goleador hay que formarlo, ya no sale bajo una piedra.

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