Hay un número significativo de chilenos que cree en los platos voladores. No es una intuición o cuento de sobre mesa, se trata de datos extraídos de la última Encuesta de Percepción Social sobre Ciencia y Tecnología, en la cual se observa que el 43.6% de los consultados cree en la las naves espaciales, muy de acuerdo con informaciones recientes. En efecto, un físico estadounidense, que por el momento no vale la pena identificar, ha publicado en The Astronomical Journal, que los extraterrestres podrían haber estado observando nuestro planeta desde hace millones de años a través de sondas espías instaladas en objetos rocosos orbitando próximos a la Tierra.
Además de reconocer una paciencia digna de Job, en esto de estar al cateo de la laucha por tan largo rato, es pertinente preguntarse cómo y para qué. El científico en cuestión observa que una sonda ubicada en esos cuerpos celestes “podría esperar su momento mientras nuestra civilización desarrolla tecnología” que la pueda detectar y, una vez contactados, permitiría “entablar una conversación en tiempo real”.
Las ideas de este especialista se basan en una larga historia de conjeturas elaboradas por personas que participan en programas SETI, Search for Extraterrestrial Intelligence. En 1960, el radiofísico Ronald Bracewell fue el primero en sugerir que “las comunidades galácticas superiores” podrían haber instalado sondas interestelares autónomas por el espacio para observar, controlar y tal vez hasta comunicarse con otras formas de vida.
Lo lamentable de esta posibilidad, es que fuera cierta, ya que el espectáculo que estamos dando es para desalentar a cualquier alienígena decente, con mínima cultura intergaláctica.
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