Opinión

De barrios y ciudad

Por: Diario Concepción 20 de Agosto 2019
Fotografía: Cedida

Helen Martin
Vicepresidenta Cámara Chilena de la
Construcción, sede Concepción

El reciente proceso que ha liderado la Municipalidad de Concepción ha invitado a distintos actores de nuestra urbe a conversar en torno a cómo vemos nuestra capital regional de cara al futuro. La discusión por esta actualización del Plano Regulador Comunal (PRC) se ha focalizado en la altura, bajo el paraguas de una conversación sobre calidad de vida y barrios.

Así, en este proceso hemos visto desfilar distintos argumentos que han intentado establecer qué tipo de barrios debe desarrollar Concepción, en específico su centro. Es cierto que el tipo de construcción tradicional de Concepción se ajustó esencialmente a un esquema de altura media hacia abajo; como también es cierto que diversos factores llevaron a un despoblamiento del centro hace 15 años, lejos del interés que concitaba décadas atrás. Se trató de una situación advertida por autoridades y expertos en su minuto, y que invitó a volcar miradas en esta área de la ciudad, a modo de rescatarla y revitalizarla.

Este escenario nos invita a reflexionar. ¿Son los “barrios” constitutivos solo de viviendas de dos o seis pisos? Ciertamente, la interacción entre habitantes de un sector y su forma de desarrollar identidad y cultura son cosas esperables de la vida en comunidad. Ahora, ¿quedan necesariamente excluidos por defecto estos fenómenos en un edificio de 15 o 20 pisos?

Hemos visto un creciente interés de la clase media emergente y de las nuevas camadas de profesionales jóvenes por vivir en el mejor lugar de la ciudad, para estar cerca de todo, para disfrutar de tener a pasos el comercio, pubs, parques y servicios varios. A la larga, hablamos de habitantes que con el tiempo también desarrollan dinámicas de interacción, que caminan o andan en bicicleta, que cada vez quieren bajarse más del auto, que fidelizan con panaderías o minimarkets de su cuadra, y que eventualmente se organizan en comités en sus edificios. De estos comités resultan crecientes políticas de reciclaje en estas unidades y un aumento en la demanda por bicicleteros. Nada muy lejano del vecino ‘tradicional’ de Concepción, que vive hace más tiempo por estos lados.

Es de indispensable consideración que se debata sobre el futuro de la ciudad, que sus herramientas de gestión mejoren, y que quien lo desee manifieste su opinión. Esto nos propone un enorme desafío: argumentar con respaldo y no discriminar entre quienes tuvieron la dicha de llegar antes (al que posteriormente se transformaría en el sector más apetecido de la ciudad) y aquellos que sueñan con llegar. Son estos últimos también ciudadanos, que contribuyen a ‘hacer comunidad’. Quizás con matices culturales distintos, propio de que las generaciones van evolucionando, pero no menos legítimos.

El contexto ofrece una oportunidad para proponer una visión que incorpore a las actuales y nuevas generaciones, discutiendo alternativas para dinamizar la ciudad y mantenerla viva y activa.  No nos quedemos solo en restringir aquellas cosas que puedan eventualmente ameritar revisión (seguro las hay, tiene sentido), sino  que también propiciemos esquemas de incentivo para que esta ciudad siga progresando, de forma armónica, equilibrada y sustentable.

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