Opinión

Acuerdo UE-Mercosur frente al proteccionismo global

Para el bloque suramericano el tratado representa un giro: este bloque iniciará un proceso gradual de integración comercial con la UE.

Por: Diario Concepción 12 de Julio 2019
Fotografía: Millán Requena

Millán Requena Casanova
Académico de la Universidad de Alicante (España).
Colaborador del Programa de Estudios Europeos UdeC

La cumbre del G-20 en Osaka alumbró un acuerdo histórico: líderes de la Unión Europea y Mercosur anunciaron un Acuerdo de Asociación Estratégica, tras 20 años de negociaciones. Histórico no sólo en términos comerciales, sino por el mensaje simbólico que envía: un triunfo del multilateralismo. Para Bruselas el valor simbólico y estratégico del acuerdo es considerable pues la UE se reivindica como bastión del libre comercio en un contexto mundial marcado por las políticas arancelarias proteccionistas de EE.UU. y China.

Se trata del mayor acuerdo comercial alcanzado por la UE, pues dará acceso a empresas europeas a un mercado de 260 millones de consumidores. Los comunicados oficiales plantean un acuerdo de libre comercio profundo, que abarca la casi totalidad del comercio e incluye compromisos en las regulaciones nacionales. Aunque los requisitos técnicos de ingreso en cada país seguirán vigentes, este acuerdo incluye medidas para reducir las diferencias entre los estándares exigidos por cada socio comercial. No obstante, la firma del acuerdo no ha estado exenta de dificultades. Varios Estados de la UE expresaron los riesgos que podría suponer para el sector agrícola y ganadero. En el lado suramericano, el sector privado (industria automotriz o farmacéuticas) también ha mostrado su preocupación por la letra chica. Pero incluso el último obstáculo –rechazo de Francia y sus agricultores– se negoció con un compromiso global que vincula a Brasil a los Acuerdos de París sobre emergencia climática, lo que da muestra hasta qué punto se ha priorizado el multilateralismo frente las ventajas comerciales.

Para el bloque suramericano el tratado representa un giro: este bloque iniciará un proceso gradual de integración comercial con la UE, responsable de un tercio del comercio global de bienes y servicios, lo que debe propiciar una mejora de su institucionalidad.

El acuerdo todavía debe ser ratificado por el Parlamento Europeo y los parlamentos de los 28 Estados miembros (la parte comercial puede entrar en vigor de manera provisional con la ratificación del PE), así como por los legislativos de los cuatro socios del Mercosur. Un proceso que puede llevar dos años o más, y que deberá salvar escollos a ambos lados del Atlántico.

Más allá de su importancia estratégica, el acuerdo adquiere un fuerte simbolismo. Frente a las tensiones comerciales, el tratado envía una señal firme que la UE y Mercosur defienden unos mismos objetivos y valores: un comercio basado en reglas comunes.

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