Opinión

Flexibilidad Laboral: rasca donde no pica

La flexibilidad laboral va por otro lado: buscar reducir las horas trabajadas sin disminuir la productividad de la empresa.

Por: Diario Concepción 18 de Mayo 2019
Fotografía: Cedida

Felipe Vergara
Doctor en Comunicación, académico Unab

La propuesta del gobierno de flexibilizar la jornada laboral, aunque denota buenas intenciones, no logra atacar el tema de fondo. Las tendencias sí recogen la idea de poder adaptar las jornadas de trabajo a menos días, pero ello asociado a una reducción en las horas que se le dedican y este punto el Gobierno no lo aborda.

Chile hoy está entre los países que más trabaja -45 horas semanales-, pero a su vez, entre los menos eficientes; siendo así, disminuir la jornada a cuatro días, pero cada uno de 11 horas pareciera no ser el camino: más horas, más cansancio y menos productividad. Si a ello se le suman las horas de traslado (tres en promedio), significaría que, si salimos a las 7 de la mañana de la casa, volveríamos no antes de las 11:00 de la noche.

La flexibilidad laboral va por otro lado: buscar reducir las horas trabajadas sin disminuir la productividad de la empresa. Son varios los países que se han inclinado por esta opción sin decaer en sus rendimientos, sino por el contrario, hasta se puede afirmar que una reducción en las horas laborales mejoraría la eficiencia en el trabajo.

Este desafío va en directo beneficio de una mejor calidad de vida y una mayor compatibilidad el quehacer de las personas, es muy probable que indicadores como ausentismo, licencias médicas, atrasos y hasta acoso laboral, en sus versiones de mobbing y bossing, disminuirían con esta medida; hasta aquellos índices que nos tienen como un país dependiente de los antidepresivos también se reducirían.

Otro aspecto relevante es que una disminución en las horas de trabajo aumenta el tiempo de ocio y eso es una oportunidad multidireccional. Por un lado, le permite al trabajador dedicarle tiempo a actividades que antes no podía, muchas de ellas vinculadas a actividades al aire libre, deporte y familia, pero también al “cariño propio”, o sea a cosas que lo satisfagan a uno, como por ejemplo el cuidado personal ya sea a través del gimnasio, la belleza, los hobbies, la sociabilización, etc. y ello requiere de instalaciones que satisfagan estas demandas, ergo: se generaría un aumento de empresas prestadoras de servicios, incrementando la mano de obra y el dinamismo económico, por medio de actividades que no depende de los bienes que exportamos.

Hay riesgos, claro que sí; puede que las personas vean en una reducción horaria la oportunidad para emplearse en un segundo trabajo o que esta medida no propicie la equidad de género y las mujeres absorban esa hora para más trabajo en la casa. En ambos casos no se estaría logrando el cometido del proyecto, pero son desafíos que se pueden abordar y enfrentar con madurez social para lograr su éxito.

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